De las urnas podría salir un principio de solución al problema o, por el contrario, un problema aún más difícil de resolver. De momento, lo que sí ha puesto en evidencia la convocatoria del 21 de diciembre es que la unidad de los independentistas ha sido en estos meses más aparente que real. Y la cercanía de las urnas ha hecho aflorar las ambiciones personales. Carles Puigdemontsueña con salir de su laberinto como un héroe del catalanismo, equiparable a Rafael Casanova, a Maciá o a Companys.
Pero para eso necesita que su estrategia de fugitivo sea respaldada en las urnas. Y sólo lo conseguirá si Oriol Junqueras acepta, otra vez, renunciar a ganar las elecciones y a sus posibilidades de ser él quien presida la Generalitat. Puigdemont y Junqueras han llevado a Cataluña a su actual destrozo. Y ahora luchan por ver cuál de los dos gobierna sobre las ruinas.