Si aplicamos el manual marianista para crisis políticas como esta, podríamos suponer que Rajoy ya ha señalado el camino de salida. El problema para Cristina Cifuentes es cuán largo será ese camino. Porque si ya es difícil aguantar la posición frente a un escándalo sin tener un solo papel que te permita defenderte, lo peor llega cuando tus posibilidades de supervivencia son casi inexistentes pero el jefe no te deja caer todavía, sino que te utiliza para desgastar al adversario político.
Y esa es la duda: si Rajoy obligará a Cifuentes a mantenerse en el cargo todo el mes de abril, solo para forzar a Ciudadanos a votar la moción de investidura junto con Podemos y el PSOE. Si esa es la estrategia de Rajoy, Cifuentes estaría condenada a hacer este último servicio a su partido, pero al precio de mantenerse durante varias semanas más dentro de la máquina de picar carne en la que lleva instalada tres semanas. Y para, al final, irse a casa igual.