No una sino dos empresas tiene Ignacio. Hacen cuentos regalos para profesores. “La mamá nos manda las fotos de los profesores con los niños y nos cuentan cosas del colegio y de sus clases y se lo hacemos todo personalizado por si se lo quieren regalar a final de curso” explica Ignacio.
Después de llevar catorce años en la empresa, echaron a Luis, ingeniero con cinco hijos. Ahora tiene una start up, una empresa tecnológica, que enseña a los niños a programar. Confiesa que “era una idea que pensaba para mis hijos, para que ellos aprendieran a programar”.
A Alejandra también la despidieron y se tuvo que montar el negocio por su cuenta. Reconoce que “empecé con mucho miedo, pero ahora tengo mucho trabajo y, al menos, me da para comer”. Esther no tuvo tanta suerte cuando quiso abrir su escuela de idiomas. Cuenta que “me equivoqué de socio y de gestoría, pero no me arrepiento de haber montado mi propia empresa. Aprendí mucho”.
A José Miguel no le echaron, él dejó la multinacional en la que llevaba trabajando catorce años para ayudar a otros emprendedores. Anima a todos los que tienen un sueño a luchar por lo que quieren.
