Hace un año, Marta, una oyente que vive en Noruega con su familia, nos contaba que escuchaba este programa para tener una conexión con España. Su familia vive en Valencia y su madre es enfermera y también oyente. Un año después, le hemos pedido a Marta, que sigue viviendo en Oslo, que nos cuente en esta carta cómo ha vivido estos últimos meses.
Su carta un año después
Hola Carlos.
365 días y Oslo sigue nevado, aunque hoy ha salido el sol. ¿Un resumen de todo mi año de pandemia? Muchos pensarán que hay poco que contar, que no ha habido celebraciones, ni graduaciones, que el mundo se ha vuelto aburrido, que ya no quedamos, viajamos ni hacemos planes, pero nada más lejos de la realidad.
En estos 365 días he dado más besos a mi marido de los que él se hubiera imaginado y he jugado con mi hija a tantos juegos que ya no la dejo de ganar, ella me gana de verdad. He preparado recetas que siempre he querido preparar y he leído libros que antes nunca tenía tiempo de leer. Estos doce últimos meses han sido un yin y un yang. Sí, he puesto muchos planes en pausa y muchísimos otros en play.
Pudimos viajar a España este verano y como la incidencia comenzó a crecer, nos volvimos a aislar. Así que así estuvimos cinco semanas: mis padres, mis abuelos, Martin, Sara y yo. Este ha sido el último verano de mi abuelo Pepe, y lo pasamos juntos, tan juntos… Todos los días nos íbamos a la playa y todas las cenas acababan en partida de cartas. Él sí me dejaba ganar. Nos preparó su última paella, bailé con él por última vez y todos los días fui consciente de lo afortunada que era por tenerles. La pandemia me ha arrebatado la posibilidad de despedirme, sí, pero me dio la oportunidad de parar el tiempo durante julio y disfrutar la vida al lado de las personas que más quiero.
Así que, ¿qué te puedo contar de mis 365 días desde que empezó esta pesadilla? Te puedo contar que he llorado, que he reído, que he perdido la esperanza alguna que otra vez, que he dado el abrazo más sincero de mi vida, que he echado de menos de verdad, que he celebrado las navidades sin turrón y que, por primera vez, en mi carta solo había un deseo. He crecido estos meses más que en los últimos años y he aprendido la capacidad infinita que tiene el ser humano para adaptarse a cualquier circunstancia.
Hasta pronto, Carlos.