Lupe de Madrid, trabaja en un taller de reparación de vehículos, y asegura que se ha encontrado de todo, como "ceniceros rebosando y todos los asientos llenos de ceniza". Pero recuerda especialmente "el coche de una modelo famosa, que llevaba botas y zapatos sucios, revistas viejas, restos de galletas y patatas fritas...". "Era un coche bueno y daba pena verlo", sentencia.
Desde Cantabria nos llama Verónica, que se dedica a la limpieza de coches. Cuenta que al desmontar los asientos se encuentra todo tipo de cosas, como "un cangrejo disecado o una pieza de fruta prohibida". Y añade que lo más raro que vio fue un coche lleno de hierba y abono: "Era uno de sustitución, no me imagino cómo tendrían el suyo", dice.
El marido de Inma, de Getafe, es todo lo contrario. "Tiene un kit de belleza para su coche", asegura. Destaca que "se puede comer en él" de lo limpio que está, pero señala que "ojito con subirnos y que a los niños se les caiga una miga...".
Desde Sevilla nos llama Antonio para contar que una vez le encargaron comprar un queso para una verbena de fútbol. Pero esta se suspendió y el queso se quedó al fondo del maletero. "La gente me decía que el coche olía a vómito", explica. "Al cabo de un año y medio me puse a limpiar el coche y cuando lo saqué ya no era un queso, era una maravilla".
Y Loli de Barcelona recuerda una ocasión en que su marido y unos compañeros de trabajo fueron a Asturias y trajeron cuatro quesos de Cabrales. "Les paró la Guardia Civil y en cuanto bajaron la ventanilla el agente se tapó la nariz y les dejó pasar pero deprisa y corriendo", cuenta.