No creo que haya balón dorado y reluciente que alivie el revolcón del Clásico. Le veremos su blanca sonrisa a Vinicius Junior en el Chatelet parisino sabiendo que la procesión de todo madridista va por dentro. Suelo aplaudir a rabiar a los campeones, como deportista infame que he ido siempre, pero la evangelización de los galardones individuales en disciplinas deportivas, no la practico. (¡Bueno, a ver si me van a quitar la antena por decir esto…).
El caso es que el Barça emerge como el equipo referencia. Chicos jóvenes, sistema atractivo, colectivo cohesionado y un mariscal de campo alemán, intuitivo, eficaz y con dotes de naturalidad que rompen clichés. Guardiola hizo “mal” al fútbol con su excelencia (ironía on) y el Hansi con sus conquistas en apenas 4 meses, sigue por esa senda pionera. ¿Y el Mbappé? Pues malamente. Algún madridista socarrón pregunta si han tirado el ticket de compra…
También tuvimos brotes racistas en la grada a los que las autoridades reaccionaron de inmediato. A Yamal le mandaron a vender “clínex”. Bravata tan imaginativa como miserable. Cabizbajos también los del Atleti que se empeñan en despeñarse por la clasificación pese a la inversión del curso, esa que anhela el Valencia de Peter Lim que cierra la tabla de manera inmisericorde.
Y abrocho con nombres que merecen aplauso: Alonso vio chafado su GP número 400 en el que se impuso con maestría Sainz. El asturiano amenaza con ganar su tercer mundial en 2026. El otro nombre, Aleix Aubert,esquiador que ayer acabó el 58 en el gigante inaugural en Solden. ¿La noticia dónde está? Pues en que un españolito de 19 años debuta en la Copa del Mundo. Mucha montaña, mucha estación, pocas ayudas para crecer y triunfar. No hay manera de sacar un Fdez Ochoa.