La víspera de Clásicos se llena de preguntas y de pronósticos altruistas, como si las trayectorias o las memorias pudieran tener algo de incidencia sobre lo que ha de acontecer sobre el verde. Lo mejor y más saludable es la técnica del medicamento: hacerse el genérico (“muy equilibrado, puede pasar de todo, llegan los dos muy fuertes, deciden los detalles…”). Cualquier análisis apriorístico adorna, pero poco explica.
Por ganarme el jornal contigo, desmenuzaré las tres “íes” que son indispensables para el que decida de verdad lanzarse hacia la victoria: la primera es la “i” de INTENSIDAD, ingrediente recurrente del llamado juego moderno, el cilantro que diría David de Jorge. Intensidad en la presión, en el robo, en el ataque. Y sostenida en los 70-80 minutos mollares del partido. Desde la armonía y el equilibrio de líneas.
La segunda es la “i” de INDIVIDUALIDAD, porque una actuación personal suele marcar duelos de altura y exigencia. Será esa estrella con mayor fulgor en la suma de las dos constelaciones. Por cabeza, por entrega y por esa brizna de suerte que siempre suma.
Y la tercera “i” es de la INVENTIVA, la salida del guión. Porque son escuadras que se conocen, con tropecientos repartidos en los equipos técnicos que escanean con contraste las argucias del rival. Todo ello obliga a crear, a intentar sorprender, retocar, a veces con un pelín de riesgo.
Si dominas dos de las tres… te llevas la saca. A pesar del factor cancha o de si el árbitro es convertido en noticia por mor de sus decisiones. Mañana actúa de silbante “Manolete”, conocido así en el mundillo por darse un aire al matador de Córdoba. Es torero también, con carácter, con estilo propio y con la muleta necesaria para no salir corneado. Que la providencia reparta suerte… o no.