Arranco el Diario de la Euro en tonalidad rojigualda, subrayando los abrazos sentidos de los suplentes a los titulares, de los miembros del cuerpo técnico al seleccionador, desde el buen rollo, el buen fondo… ¡¡pura camaradería entre españoles de diferentes colores!! ¿Flipas no, diario? Eso sí, todavía hay orfandad en balcones y fachadas. Deben de estar las banderas dobladas en los altillos, donde se guarda… bueno, que las saquemos esta semana, que ¡la Roja es pura argamasa social!
El caso es que arrancamos con contundencia, con dosis de suerte, con frescura e ideas claras asumiendo que hay que ir paso a paso sin levitar… pero sin renunciar a nada. Sin grandes estrellas, pero con una clase media homogénea que toca de oído las diferentes partituras. Este jueves Italia, a ver si les tumbamos y nos devuelven Formentera.
7 partidos hemos degustado ya. Hemos visto el poderío alemán, un anfitrión al que parece no pesarle serlo. Hemos calibrado a los italianos, siempre compitiendo y recalibrando sus deficiencias, y a Inglaterra que cuestiona a su entrenador aunque con Bellingham, los retos se ven de otra manera.
Pero me voy a quedar, querido diario, con la imagen de Erikssen celebrando el primer gol de Dinamarca. Este veterano con entradas y coronilla nos paró los pulsos hace 3 años al caer desplomado ante Finlandia. “Se fue y hubo que traerlo de nuevo”, dijo el médico danés. Pero se recuperó fichando a un pequeño desfibrilador. No le dejaron jugar en Italia por legislación, se fue Manchester a seguir ejerciendo y ayer, con su equipo nacional, representando a su país, se sintió más vivo que nunca. Concluyendo, querido diario, con balón de por medio, son más fáciles los milagros.