Octavos desprecintados, 4 selecciones ya le sacan brillo a su chándal… y entre ellas, la nuestra. Con su momento zozobra, con su momento susto, pero resolviendo desde la perseverancia y el trabajo colectivo. Tú renqueas, yo te suplo, tú no llegas, yo te cubro. Qué fácil resulta culminar cuando la teoría y la práctica son la misma materia.
Cometimos un error y los fantasmas se personaron. Sentimos al encajar lo que el empollón ante el primer suspenso, la desazón ante el primer raspón del coche nuevo. Vivíamos en el Edén, todo era idílico, pero en fútbol la perfección tampoco existe. Volvimos a mirar hacia adentro: método, base y mucho equipo. Nico, Rodri, ese Fabián que siempre atina a la primera. Y como pareja tras discusión, nos entregamos al desenfreno… del ataque sin tregua.
Nos aguardan los alemanes, que recurrieron a los truenos y a los rayos para arredrar a los daneses, pero claro, esta gente proviene de las tribus de Jutlandia y les costó lo suyo. Será el choque definitivo. Sin trofeo pero con medio torneo. Y estamos preparados, diario.
Quien sigue a lametazos con sus heridas es el combinado italiano. Empezaron torcidos y acabaron despeñados. La calidad puede depender de las añadas, como pasa con el vino, pero si te dejas el compromiso y el amor propio, te vuelves holográmico en el césped. Ya verás como le dé a la Meloni por leerles la “letteratina”…
Se metió Suiza con su mejor guion y de forma agónica Inglaterra. Hoy lo intentará la Portugal de Cristiano y la Francia de Mbappé que ayer confesó 3 cosas: que con la nariz escabochada pensó que se iba a su casa. Que jugar con la máscara es un infierno y, cuidado diario, ¡que todavía no está en el grupo de WhatsApp del Real Madrid!
