1.- ¿Está usted querido oyente sopesando la posibilidad de no presentarse en la cena de Nochebuena, fingir un patatús, autolesionarse incluso, entregarse a las autoridades?
2.- ¿Y se ha dado cuenta, por ejemplo, de que no puede hacerlo porque es usted el anfitrión?
3.- ¿Me quiere aceptar un consejo? No hable de politica, y mucho menos de Vox. Ni de fútbol. Ni Cataluña. Ni de Greta. Lo diré más claramente: no hable.
4.- ¿Tiene usted pensado amordazar al cuñado? Es una medida interesante, sin duda, pero el cuñado no es solo un rango familiar, sino una categoría lenguaraz que puede disimularse en un tía, un sobrino, un hermano.
5.- ¿Si Torra y Sánchez fingen cordialidad, si Iglesias compadrea con Espinosa, por qué no va ser usted capaz de cantar un villancico con esos sobrinos a los que asesinaría en nombre de Herodes?
6.- ¿Quiere mi mejor consejo? No se le ocurra beber. Ni llegar bebido. El alcohol es el peor antídoto a la hipocresía.
7.- ¿El truco secreto? Hable como el padre Ángel o como el Papa Francisco. O como Rajoy en sus memorias. O sea, diga lo que exactamente quieren escuchar. La demagogia no solo es un gran salvoconducto, sino la mejor excusa para huir a la misa del gallo, escapar en las alas del espíritu santo.
