QUÉ SABEMOS DE... FAMILIAS CON NIÑOS PRODIGIOS

"El concepto de vocación lo he entendido con mi hija": la pasión y el sacrificio en el mundo del arte y el deporte

Hoy hablamos de perseguir sueños y de cómo la educación del talento puede suponer sacrificios familiares y cambios en el entorno de aquellas personas que estudian en ámbitos como el de la música, la danza o el deporte profesional.

ondacero.es

Madrid | 03.07.2024 11:45

Hay aficiones como el baile y la música, que llegan a convertirse en grandes pasiones. Algunos de los que las practican tienen la oportunidad de hacer de ellas su profesión o, al menos, intentarlo.

En ese camino, de sacrificio y emoción, las familias juegan un papel clave para que sus hijos e hijas puedan llegar a conseguirlo.

Hoy conocemos la vida y experiencias de algunas de estas personas. "Merece la pena porque trae mucha satisfacción dedicarte a lo que te gusta", señalan.

La pasión por el baile

Juan Pacheco, de 16 años, e Iván Gutiérrez, de 14, son alumnos del Conservatorio Profesional de Danza de Cáceres. La pasión y constancia con la que viven su compromiso con el baile les ha llevado a recibir una gran noticia.

Acaban de ser admitidos para continuar su formación el curso que viene en la academia del Teatro de La Scala de Milán, una de las mejores en todo el mundo.

Una noticia con dos cara. Por un lado, el de la oportunidad y el futuro. Y, por otro, la de la renuncia y la distancia.

En el caso de Iván, lleva dos años en el Conservatorio y le dedica alrededor de cuatro horas al día a bailar.

Sobre su próximo viaje a Italia indica que, aunque está muy contento, también piensa en todo lo que va a tener que dejar atrás "las amistades se van a alejar poco a poco y a mi familia no la voy a ver durante mucho tiempo", comenta Gutiérrez.

El sacrificio y acompañamiento de las familias

Teresa, madre de Iván, reconoce que le sorprendió la pasión temprana de su hijo por la danza porque nadie en su familia se dedica a ello, pero siempre le apoyaron en las clases de baile.

Ahora es cuando se enfrentan al sacrificio más importante ante su nuevo destino, "requiere mucho esfuerzo económico, pero el hecho de pensar que se va a estudiar fuera, lejos de su familia, es lo que da mucho vértigo y angustia", afirma.

Pero no solo es la distancia con su entorno, también es un desafío el recorrido que tienen que hacer las familias, para conseguir que sus hijos vayan al mejor centro de formación.

Es el caso de María Jesús Jiménez. Su hija, de 14 años, lleva ya una década bailando.

Fue después de ver la película de Billy Elliot, cuando apenas tenía ocho años, cuando descubrió la existencia del Conservatorio de Danza y les pidió a sus padres ir a uno.

Ellas viven en Lozoyuela, en la sierra de Madrid, un municipio alejado de los tres conservatorios que hay en toda la Comunidad. "Cuando empezó el grado profesional tuvimos problemas con los horarios y su padre y yo tuvimos que adaptar nuestras jornadas laborales para llevarla", ha compartido Jiménez.

Cambios en sus profesiones, sus rutinas... todo para acompañar a sus hijos en su formación y conseguir que sigan disfrutando de sus pasiones. "El concepto de vocación yo lo he entendido con mi hija", señala María Jesús.

María Jesús Jiménez y Beatriz Alonso junto a Carlos Alsina, en Más de uno
María Jesús Jiménez y Beatriz Alonso junto a Carlos Alsina, en Más de uno | Onda Cero

"Todo merece la pena"

No solo ocurre en el sector de la danza, las oportunidades limitadas que hay en otras profesiones relacionadas con la música y el deporte, también lleva a los niños a formarse cada vez más pronto.

Beatriz Alonso trabaja como jefa de estudios en el Centro integrado de enseñanza artística de música y de educación primaria y secundaria Padre Antonio Soler (San Lorenzo del Escorial).

Este es el único en toda la Comunidad de Madrid que da la posibilidad a los alumnos de empezar sus estudios en música desde la etapa de primaria. "Empiezan en tercero y terminan al acabar Bachillerato", indica Alonso que es consciente de que la localización puede ser, a veces, un inconveniente para que acudan más niños.

Aún así, señala, que tienen un alumnado que para recibir una buena formación viene de otras ciudades, como Vitoria.

Y es que, cuando se trata de disfrutar de los mejores medios y construir un futuro gracias a tu pasión la distancia no es un impedimento.

Una decisión, cambiar de país, fue la que tomaron los padres de Cecilia y Jorge Prado, piloto español de motocross.

Cuando apenas tenían 10 y 11 años, después de que Jorge ganase el mundial de su categoría, le ofrecieron trasladarse a Bélgica, donde estaba su equipo.

"Mis padres tuvieron que elegir, si querían que mi hermano tuviera una oportunidad, en Galicia iba a ser muy difícil" por esa razón decidieron mudarse y empezar una nueva etapa.

El idioma y la distancia con sus amigas fueron algunos de los primeros inconvenientes que Cecilia se encontró en su nuevo destino, "mirando diez años más tarde, todo ha salido bien, pero al llegar allí la primera vez fue más difícil de lo que pensaba".