Hablamos de una de las partes de nuestro cuerpo que son más vulnerables en verano, los pies. ¿Por qué? Pues porque con el calor asoman más. Y asoman con todas las consecuencias. Por ello, los podólogos en esta época del año tienen trabajo extra con las rozaduras, la ampollas o las típicas infecciones por hongos.
Patologías más frecuentes
Montse Diéguez, podóloga y miembro del Ilustre Colegio Profesional de Podología de Madrid, cuenta que, lejos de buscar el pie perfecto, los podólogos prefieren los pies con patologías, enfermedades o deformidades porque, al estudiar los pies, les parece bello.
Entre las patologías más frecuentes de quienes acuden al podólogo están las uñas engrosadas, uñas encarnadas, papilomas y hongos, lesiones en la planta o con callos porque andan mal por la vida, y deformidades en los dedos. Sin embargo, la mayoría de la población no hace un uso habitual de la podología, sino que "sólo se acuerdan de los pies cuando tienen un viaje o un zapato que ponerse para una boda", se queja Montse.
¿Nos calzamos bien o mal?
A menudo se critica la civilización china antigua por su práctica de "pies de loto" para prevenir el crecimiento de los pies. Sin embargo, actualmente también utilizamos fatal el calzado. El 90% de los pacientes que acuden a consulta, sin importar la edad, "llevan zapatos pequeños por la moda". Zapatos pequeños, estrechos y de tacón que únicamente sirven para maltratar a nuestros pies.
"Estamos maltratando a nuestros pies", denuncia Montse, quien advierte de la importancia de adaptar los tendones, músculos y articulaciones del pie antes de cambiar de calzado.
¿Cómo probarnos correctamente los zapatos?
Por lo general, el pie nos pide holgura, "pero nosotros no lo escuchamos". Por ello, para probar correctamente un zapato lo que había que hacer es sacar la plantilla del zapato, poner encima el pie y comprobar el tamaño de cada pie, que en ocasiones son diferentes.
Siempre es mejor que sobre a que falte. Hay que comprar el calzado que encaje con el pie más grande y que sobre medio centímetro. Al andar se trasladan las fuerzas vectoriales del pie y por la fuerza del cuerpo, "los dedos se trasladan hacia delante", explica Montse, por lo que hay que comprar el número de zapato del pie que sea mayor o más ancho.
La evolución de la podología: de lo artesanal a lo digital
Miguel Ángel López, podólogo jubilado de 76 años, montó una clínica en Móstoles (Madrid) -donde actualmente trabajan sus hijas-, cuenta que el trabajo de los podólogos ha cambiado mucho en las últimas décadas. Cuando comenzó a trabajar de podólogo, "la aparatología que usábamos era una adaptación de la que usaban los dentistas".
Ahora, sin embargo, existe la cirugía podológica, los rayos X y leyes que les permiten prescribir medicamentos. Antes se hacían plantillas casi de forma artesanal, pero ahora con la variedad de materiales y técnicas se pueden confeccionar diferentes plantillas según la persona y pisada. En definitiva, "se ha pasado de la podología artesanal a lo digital", sostiene Miguel Ángel.
Las patologías del "pie cocido"
Como podólogo rural de la Clínica Pie de Navia en Asturias, Pablo Mourullo trabaja con muchos pies maltratados por los zapatos de trabajo. En esa zona se utiliza mucha bota de goma por la ganadería y bota de seguridad para las industrias.
Con el uso excesivo de estos zapatos, se produce la patología del "pie cocido" o "hipersudoración". Lo sufre el pie de la persona que trabaja ocho horas sudando, el cual tiene una predisposición a hongos y papilomas.
¿La gente acude a las clínicas para tener pies bonitos?
"La gente quiere tener un pie perfecto", apunta Montse, pero ese no existe. Lo que ocurre es que el pie depende de la actividad física e incluso de la dieta de cada persona.
Hay personas que se plantean operaciones de estética en los pies, pero los podólogos intentan que prime el bienestar del paciente sobre la estética. Con todo, para hacer una buena cirugía previamente hay que hacer un buen estudio de la marcha.
