El concepto del 'pijo' en España ha evolucionado mucho a lo largo de los años. Desde aquellos 'niños VIP' del barrio de Salamanca de Madrid que se movían en Vespino y vestían náuticos y jerséis de cuello vuelto de marca, hasta los 'cayetanos' de ahora.
¿De dónde viene el concepto de pijo?
La palabra 'pijo' se empezó a usar asociada a intentar parecer a una clase social con dinero en los años 70, donde aparece en los primeros diccionarios. Además, los primeros que lo empezaron a usar de forma pública y masiva fueron los Hombres G en 'Sufre mamón'.
"Esto no quiere decir que la gente no lo usara en la calle", pero sin duda se popularizó "a través de esta canción que fue un éxito de masas", cuenta en 'Más de uno' la experta del 'pijismo' en España, Raquel Peláez, autora de libro 'Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España', de la editorial Blackie Books.
Evolución del pijismo en España
Cuando Raquel se puso a encontrar la definición de 'pijo' en el diccionario, se encontró numerosas descripciones "insatisfactorias". Al final, se remontó hasta el siglo XIX cuando aparecen las primeras señales de la sociedad de consumo en España y, con ella, la clase media; "gente que empieza a comprar cosas para parecerse a los ricos", dice.
El sistema de símbolos para representar la riqueza es muy complicado en la actualidad. Por ello, es difícil separar al pijo del rico y "puede tratarse de un arquetipo tan español como el pícaro", explica Raquel sobre lo caricaturizable que es el pijo español.
El pijo de los 80 es más cándido, mientras que el de los años 90 es mucho más agresivo. Ahora, el 'cayetano' tiene elementos de todos los anteriores; blando y canalla, sudaderas color pastel y bandera de España, etc. En definitiva, usan el concepto "de toda la vida" como unidad de medida acientífica para definir sus gustos y prioridades.
¿Qué hace falta para ser pijo?
La periodista y escritora Charo Lagares -que ha trabajado en medios como Cosmopolitan, Marie Claire y el Diario de Sevilla y autora de la novela 'Sevillana' en la que retrata la alta sociedad hispalense- asegura que "hay miedo" en decir que uno mismo es pijo y, por norma, "te lo dice quien te mira". Así, "esa conciencia mata un poco la pijeza, cuando te das cuenta de que eres pijo, algo se ha roto", considera.
A la hora de ser pija es importante simular y distinguir de "la niña bien", quien no necesariamente tiene que vestir como una pija, sino que es una forma de estar en el mundo.
Ser pijo es más sencillo aunque, si hay que seguir directrices, "el pelo es muy importante" y, en el caso de las mujeres, el tinte tiene que parecer muy natural igual que el maquillaje. "Ser pijo es una herencia, como si tu genética fuese suficiente y hablase por tí", dice Charo.
Además, ser pijo está asociado a tener un cierto nivel de bienestar y acceso a privilegios, pero "lo que identifica a nuestro tiempo es que todo eso se ha fetichizado, se ha convertido en una mercancía que se vende como estilo de vida y producto de moda", explica Raquel.