Sara García Alonso es la primera astronauta española designada por la Agencia Espacial Europea (ESA), un logro histórico que todavía, reconoce, sigue sin creérselo a pesar de ser un sueño hecho realidad. Martín Sierra, por su parte, estudiante de primero de Bachillerato, quiere ser astronauta y ha estado por tercera vez consecutiva en el Space Camp, en Hunpsville (Alabama).
Se trata de unos cursos de formación que lleva organizando la NASA desde 1982 con el objetivo de formar y entrenar a nivel técnico a jóvenes de todo el mundo para que tengan una carrera dedicada al mundo espacial. Su lema, que está grabado en todas las puertas de entrada es: "Por estas puertas entran los científicos, ingenieros y astronautas de mañana", cuenta Martín en 'Más de uno'.
Este campamento de verano se organiza en Hunpsville porque es donde Robert Goddard, el padre de la cohetería americana, diseñó después de la Segunda Guerra Mundial los cohetes que nos llevarían primero al espacio y después a la Luna.
Martín conoció el Space Camp a través de la película homónima de 1986, que "la hicieron como publicidad del Space Camp porque acababa de salir y la gente no se apuntaba", dice Martín sobre la efectividad de la estrategia de márketing de la película.
La primera astronauta española de la historia
Desde pequeña Sara García fantaseaba con la idea de ser astronauta, pero lo veía tan difícil de alcanzar que decidió apostar por la vía de la ciencia y la investigación. Al fin y al cabo, el hecho de ser seleccionado como astronauta "depende de un conjunto de factores bastante complejo" y no tanto la formación.
Es cierto que los astronautas deben tener una carrera de ciencias, ingeniería o tecnológica, pero ya no se selecciona únicamente a aquellos que son pilotos, como se hacía antiguamente. "Si tienes un poco de todo, conocimientos de ingeniería, ciencia y licencia de vuelo, te da más puntos", sostiene Sara.
Un ratio de éxito muy bajo
En Europa son escasas las ofertas laborales para los astronautas, mientras que la NASA saca plazas prácticamente todos los años. Por el contrario, en la Agencia Espacial Europea el proceso de selección tiene lugar cada 13-15 años.
"Tienes que estar en el momento adecuado, con la formación y el currículum adecuado cuando surje la plaza", dice, pero se presenta tanta gente que el ratio de éxito es muy bajo. En su año, se presentaron casi 23.000 personas y sólo van a contratar a cinco personas, Sara entre ellas.
La primera criba fue por currículum, donde se estudia las habilidades de los candidatos, sus estudios y formación adicional que tienen para ser astronautas.
La importancia de la capacidad psicológica
Aparte de una carrera de ciencias, los requisitos formales también son: hablar inglés, un máster, tres años de experiencia profesional, carnet de conducir y un certificado médico que garantice que no tienes ninguna patología médica. Luego, todo lo que se tenga de manera adicional es un plus, como tener licencia de vuelo o tener conocimientos de buceo.
Sin embargo, "lo que más vas a tener que demostrar es una capacidad psicológica", explica Sara. Así, es importante saber trabajar en equipo, mantener la calma bajo presión, de ser líder, de reaccionar rápido ante cualquier tipo de problema con una mentalidad positiva y enfocada a la búsqueda de objetivos.
Actualmente, "es más un componente psicológico que físico, que es como se hacía antes", dice la astronauta.
El hecho de ser astronauta, no te garantiza que vayas al espacio. Por ello, si eso ocurre, Sara asegura que intentará "aprovechar mi rol y mis capacidades en otra dirección. Ya sea dando apoyo a futuras misiones, haciendo divulgación o haciendo de embajadora del espacio". Y está siendo consecuente con ello.