QUÉ SABEMOS DE... LA REINSERCIÓN SOCIAL

Volver a ser parte de la sociedad: La reinserción de presos y personas en riesgo de exclusión social

En 'Más de uno' hablamos de la reinserción social, de cómo se prepara a las personas que cumplen condena a reintegrarse en la sociedad, de las dificultades y herramientas con las que cuentan y de quién son las personas que les ayudan en ese camino.

ondacero.es

Madrid | 12.06.2024 12:16

Hablamos hoy de reinserción social que, aunque siempre lo vinculamos a personas que han pasado por la cárcel, también está dirigida a personas que, por una situación muy concreta, se han visto en algún momento excluidas de la sociedad y necesitan de ese empujón y esa ayuda para recuperar lo que todos conocemos con una vida “normal”, o lo más normal posible.

Un proceso gradual de vuelta a la sociedad

Carla García Rodríguez, directora del Centro de Inserción Social de A Coruña, explica que cada vez que alguien ingresa se le entrevista y se le hace una valoración detallada sobre sus necesidades y carencias. En función de eso, se diseña un itinerario individualizado para cada una de las personas, con el fin de "abordar las áreas carenciales y dotarles de todos los recursos para que la reinserción sea efectiva".

Cada perfil que acude al Centro de Inserción Social es diferente. El tema del trabajo es uno de los ejes centrales, pero no el único. Así, además de dotar a las personas de habilidades para encontrar un trabajo o de cualificación profesional, también tienen que abordar otros aspectos.

Intentamos abordar todas las áreas de la persona. Ese sería el mejor factor de protección frente a la reincidencia

"Intentamos abordar todas las áreas de la persona. Ese sería el mejor factor de protección frente a la reincidencia", explica Carla sobre lo importante que es tener educación, formación, conocimiento en igualdad de género, hábitos saludables, etc. Se trata, por tanto, de un trabajo multidisciplinar y transversal.

Las personas que llegan desde un centro penitenciario comprueban que los Centros de Inserción Social son algo totalmente distinto donde lo que prima no es la seguridad, donde pueden salir a hacer gestiones, a acompañar a un familiar a una cita médica u otros lugares. Se trata, por tanto, de "un proceso gradual de vuelta a la sociedad" mediante el acompañamiento y recursos de los profesionales penitenciarios y demás entidades sociales.

¿Puede una persona desarrollar un miedo a la libertad?

María pasó cuatro años en prisión y ahora mismo se encuentra en libertad provisional. Durante un año estuvo en el Centro de Inserción Social de A Coruña, a donde tenía que ir todas las noches a dormir, y desde hace unas semanas duerme ya en su propia casa. La primera noche no se lo creía; "es un poco duro, todavía estoy asimilando que estoy en mi casa", confiesa mientras asegura que le cuesta acostumbrarse a esta nueva realidad.

En ocasiones, las personas presas pueden desarrollar miedo a la libertad; un temor por encontrarse con situaciones que se parecen muy poco a las que se encuentran en la prisión. María lo confirma: "Cuando me dijeron que iba a pasar al tercer grado, de entrada dije que no lo quería, me daba miedo ir a la calle".

Cuesta mucho acostumbrarse a la vida en la cárcel, "pero somos animales de costumbres, rápidamente te adaptas porque no te queda otra. Y cuando ya estás hecho a ello, tienes que volver a un mundo del que te quitaron de repente y te vuelven a poner", explica María, que al principio no quería ni salir de su casa porque "me quedaba todo grande", le daban miedo los espacios abiertos y socializar.

Valentina, expresidiaria beneficiaria de Fundación Érguete, duerme en su casa, donde permanece todo el día porque tiene la pulsera telemática. Vive con su madre y sus dos hijos de 10 y 17 años. "Al tener la pulsera, en verano la gente se le queda mirando", cuenta Valentina sobre la estigmatización que hay con respecto a las personas presas.

¿Cómo es volver a la vida cotidiana?

Rosaura Romo, técnica de la Fundación Érguete, se dedica al programa de prisiones, donde se trabaja para crear esos vínculos, en colaboración con los centros penitenciarios, "para que vuelvan a vivir en libertad y consigan tener una nueva vida, con nuevos vínculos y generar nuevas realidades con su entorno".

Para ayudar a las personas en su vuelta a la libertad, desde el centro penitenciario -cuando están cerca del tercer grado- realizan salidas programadas por ejemplo a empresas, para que les expliquen sus rutinas, o ir a comer fuera. "Eso ayuda mucho a gestionar el estrés", explica Rosaura, pues la mayoría "salen creyendo que todo el mundo les estamos viendo la bola o el traje de rayas".

Estas salidas programadas culturales o de empleo sirven para gestionar el acercamiento a la libertad y en el Centro de Inserción Social se convierten en rutina. Allí, es importante trabajar un ocio saludable, que tengan recursos y habilidades sociales, cosas que parecen sencillas, como ir al cine o a una exposición, pero que para otras personas nunca ha sido una opción.

La importancia de regenerar los vínculos sociales

Por último, hablamos con David Alonso, educador social de Cáritas, y Roberto, beneficiario de ayuda de reinserción social de Cáritas. "David para mí es como mi padrastro porque me ha ayudado tanto en la vida", explica Roberto, que ha necesitado ayuda psicológica, económica, ayuda para comer, etc. "Y siempre ha estado aguantándome y soportando todos los males que tenía", sigue.

Se conocieron mediante unos servicios a la comunidad, como penas alternativas a prisión. Roberto llegó a Cáritas a hacer ese servicio y, a partir de ahí, David conoció la delicada situación que vivía. Empezaron un proceso largo, con el objetivo de que Roberto fuese feliz. Actualmente trabaja en una fábrica de conductor de un tren logístico; una independencia económica que le permite acercarse a su idea de felicidad.

Roberto había perdido por completo su relación con su hermana, pero ahora la está recuperando poco a poco. "Lo importante aquí es regenerar esas redes y vínculos que se han ido rompiendo", dice David sobre cómo la cárcel o el vivir en la calle rompe redes que luego son muy difíciles de volver a atar.