Mireia cayó entonces en una depresión que la llevaba a no relacionarse con nadie, no jugar ni casi hablar con sus hermanas y no salir de casa.
Después de probar mil cosas la familia pensó en recurrir a la terapia canina, que recomienda la Ferderación de afectados por enfermedades raras. Llevaron a Mireia a la escuela canina 'Dogking' de Sant Cugat del Vallés donde la esperaba su director, Antonio Dávalos, para enseñarle varios perros que quizás pudieran ayudarla. Cuando Mireia y Billy se conocieron no hubo más que hablar. Sintonizaron enseguida y empezaron a trabajar juntos. El labrador, como todos los perros, necesitaba los cuidados de la chica y sólo el tener que sacarle a pasear forzaba a Mieia a salir de casa y a hablar con la gente que se acercaba a acariciar al perro.
Billy la ayuda además para hacer los ejercicios de rehabilitación pero sobre todo, le devuelve multiplicado el cariño que Mireia le da. Su hermana Carla dice que todos están encantados tenerlo en casa , pero sobre todo ha sido capaz de devolver a Mireia su sonrisa y las ganas de hacer cosas.