Se llama Romelu Lukaku, tiene 25 años, es de origen congoleño y se ha convertido en el máximo goleador de la selección de Bélgica, con 38 años tantos. Y ahora, desde la cumbre, Lukaku ha confesado a los medios lo duros que fueron sus orígenes.
A los seis años, fue consciente de la complicada situación económica que vivía su familia, al descubrir a su madre mezclando agua con la leche, para tener desayuno para todos. Ese día, le prometió muy serio, que cuando fuera mayor sería futbolista, jugaría en el Anderlecht y ganaría suficiente dinero para vivir bien.
Lukalu reconoce que en su apartamento había ratas y que dormía en el suelo. Pero asegura que sus padres siempre confiaron en él. Romelu recuerda aún el día en el que Zidane logró la novena Champions para el Madrid. Él tenía nueve años y al llegar al cole, todos sus compañeros comentaban la impresionante volea del francés. Todos, menos Lukalu, que no se atrevió a confesar que en su casa no tenían televisión para ver el partido.
Lukalu cuenta ahora cómo a los doce años, era muy alto para su edad y los padres de otros chicos le hacían enseñar su pasaporte para justificar su edad y confirmar de paso que era belga. A los 16 fue fichado por fin por su soñado Anderlecht y suplicó al entrenador que le dejara ser titular, prometiéndole meter al menos 25 goles… Dicho y hecho: a pesar de jugar con las botas de fútbol de su padre, Lukalu coló 26 goles.
Por esa época, recuerda con cierta sorna que cuando su equipo ganaba, los diarios titulaban con "el delantero belga"…pero cuando perdían, las crónicas le mencionaban como "el futbolista de origen congoleño". Al año siguiente, con 17, debutó en la selección belga… Hoy Lukalu puede clasificarse con su equipo para la final del Mundial de Rusia… y sin Cristiano ni Messi en competición, su nombre suma enteros en la pugna por el próximo balón de oro.