No quiero ni pensar, con lo cuesta arriba que se nos suele hacer afrontar los recibos de la luz, del gas y de la gasolina, cómo será la cosa el día que fundamos definitivamente los recursos naturales.
Lo de no llegar a fin de mes nos va a parecer un chiste de “la hora de la guasa” comparado con no poder llegar ni a principios del mismo. Eso va a ser un viaje a ninguna parte, sin ir más lejos ni darle tantas vueltas al asunto.
Dependemos todo de la energía, de la que generamos por fuera y de la que nos nace de dentro. Hay fases en la vida en las que tenemos la energía por los suelos. Ni desayunando chistorra mojada en chocolate se nos levanta el ánimo, la moral y lo que viene siendo lo otro.
Uno de los mayores fracasos del ser humano como inventor de recursos energéticos es no haber conseguido aún una fuente de energía que no nos consuma ni acabe con todo y con todos. Y eso que hemos avanzado mucho a base de: pilas, baterías de litio, energía eólica, solar, nuclear o la que tener la mala leche.
Mira, si consiguiéramos canalizar la mala baba y conservarla en acumuladores, La Tierra en lugar de un planeta sería una estrella y toda ella luciría como Vigo en Navidad.
Esto solo se conseguirá invirtiendo en tres pilares básicos del desarrollo sostenible: Investigación, investigación e investigación. Ciencia para todo. La ciencia como negocio, como motor, como energía del futuro. A ver si de una vez tomamos conciencia de ello.
A modo de epítome y parafraseando: La energía ni se crea ni se destruye, solo nos arruina.