El Covid tiene ya más variantes que signos tiene la quiniela. Y parece que ha llegado el momento en que esta complicada quiniela nos pueda tocar a todos, a algunos varias veces. El premio no tiene ninguna gracia por mucho que reparta.
Un Covid viajero al que también le gusta irse a la playa, pero sin tomarse vacaciones. La presión hospitalaria ni se crea ni se destruye solo se traslada. Le hemos dado la espalda al bicho y se nos ha subido a la chepa. Tendrá que ser así, porque nadie está dispuesto a que nos vuelva a paralizar la economía. Lo que está claro es que negar los hechos empeora la realidad y la sanidad.
Por si no tuviéramos ya suficiente con la ola de inflación, con la ola de calor y con la ola de incertidumbre que nos asola, la séptima ola del Covid nos tiene descompuestos y con fobia.
El presidente no sé, pero los ciudadanos sí que nos estamos dejando la piel y dándolo todo: la salud, el sueldo, los ahorros, la paciencia, la fiebre, la garganta, las neuronas y lo que no está en sus escritos.