Todo tan legislado, tan organizado, tan ordenado, tan globalizado, tan institucionalizado, tan politizado, tan correcto, tan inocuo, tan por no molestar, tan repartido, tan vendido, tan estructurado, tan unido, tan liderado, tan abanderado, tan mal repartido, tan concentrado, tan concertado, tan estudiado, tan medido, tan actualizado, tan servil, tan aterrado, tan aferrado al poder, tan caramelizado, tan especializado, tan masterizado, tan reciclado, tan gasificado, tan transportado, tan solidario, tan judicializado, tan recurrente, tan correcto, tan sutil, tan Kill Bill, tan desnaturalizado, tan memorizado, tan sobreactuado, tan estirado, tan impermeable, tan fronterizo, tan parcheado, tan como de aquella manera, tan eufemístico, tan místico, tan solemne, tan nuclear.
Todo tan…¡tan, ton, tin! que las campanas ya tienen claro que doblan por nosotros.
Porque cuando llega la hora de ponerse de acuerdo, de resolver los problemas, de hacer algo, de tomar medidas, de solucionarle la vida al planeta y a los que lo habitamos, de acabar con las guerras, con el hambre, con el cambio climático, con la ruina, con la mala vida, con la mala leche, con las mascarillas, con el tofu… nadie tiene ni puñetera idea de lo que hacer y, si la tiene, no se atreve y, si se atreve, no le dejan y, si le dejan, hace lo que le sale de los cañones y monta un pollo en un reunir y quebrar de flojos.
Como alguien no lo remedie o lo remiende volverán, si no lo han hecho ya, los tiempos de buscarse la vida y, de paso, perdérsela.