Se casó el obispo. Hay titulares y noticias que son difíciles de superar. No hay nada que no consiga el amor, la fuerza de voluntad, el dinero, el chantaje emocional o que te tengan cogido por los mismísimos y cada día te los aprieten un poco más hasta conseguir que cantes como los Bee Gees.
Hay otras noticias que son imposibles de igualar porque, como digo, cuando se tiene algo que ofrecer y alguien dispuesto a intercambiar sus cromos, completar el álbum es pan comido o agua bebida.
Que hay que saber vivir sin pedir nadie a cambio es algo que la mayoría tenemos claro, de lo de hacerlosin pedir nada a cambio nadie ha dicho nada.
Así que por pedir que no quede, aunque eso pase por ceder a que en el País Vasco a partir de ahora el Black Friday se llame el ¡Ay va la hostia Friday! o que cuando Madrid consiga organizar sus olimpiadas, la sardana sea deporte olímpico.
Frente al vicio de pedir, la virtud de no dar, pero frente al vicio de mandar, lo que sea por perpetuarse en el cargo. El cargo suele ser una carga, una carga de prebendas y antojos que satisfacer. Bajo el paraguas de la negociación llueve como si no hubiera un mañana y no lo hace hacia abajo.
Supongo que todos hacemos lo mismo a título particular, usar el trueque como truco y el trato como alivio. Y cuanto más pides más quieres y cuanto más quieres nunca te conformas.
¿Acaso es mucho pedir quererlo todo? Pues sí.