Supongo que lo de que "el dinero da la felicidad" nunca ha sido del todo cierto. "Los ricos también lloran" rezaba aquella telenovela mejicana de los ochenta.
Hay personas con muchos posibles que no son felices del todo y pobres de solemnidad que hacen de la necesidad virtud, a la fuerza, pero lo consiguen y encuentran la felicidad en las pequeñas o grandes cosas materiales o inmateriales de la humanidad.
Lo que sí parece que da el dinero es la facilidad. Imagino que se vive mucho más tranquilo no teniendo que preocuparse por mirar el saldo de la cuenta cada quince minutos. o que llegar a fin de mes no signifique tener la cuenta en números rojos antes del día cinco.
No obstante y como consuelo de tontos, estaremos de acuerdo en que ser rico sale carísimo. Los coches cuestan el doble, los viajes el triple, las casas el cuádruple, la cesta de la compra el quíntuple y la vida en general un huevo de pato.
Claro que, al paso que van los precios, es posible que el consumo se vaya a hacer puñetas, para ricos y pobres y de ahí todo a peor hasta la derrota final. Si a la globalización se le ha pinchado una rueda, la cadena de producción corre el riesgo de que se le clave el manillar en salva sea la parte.
No descarto que la última guerra mundial sea de miseria y aburrimiento.
