Hoy hay muchas más "Españas" pero, en general, la unidad sigue siendo dos.
Una que aplaude y otra que abuchea, una que odia y otra que calla, una que ríe y otra que llora. Hay una España que cree tener razón y otra que también, una España que da y otra que pide, una que madruga y otra que trasnocha. Una España real y otra irreal, una emérita y otra que mira al futuro. Una que pisa y otra que posa. Una que engaña y otra que se deja engañar o no sabe que le engañan, una con prisa y otra con pausa, una que grita y otra sorda. Una con mascarilla y otra con tapa bocas.
Dos "Españas" que siendo la misma son completamente diferentes, con señas de identidad comunes que hacen muy difícil la convivencia y más aún la conveniencia, incapaces de ponerse de acuerdo aunque lo estén. Una España que discute porque cree tener razón y otra que cree tener razones para discutir.
Una España abierta a cal y canto y otra cerrada a santo y mal. La de los unos y la de los otros, la que lo perdona todo y la que no pasa una. Una que no tiene remedio y otra que qué remedio. Una en las redes y otra en la calle, una de vinos y otra de cañas.
Y como señalaba al principio, por supuesto luego están las otras “Españas” menos visibles, que están a verlas venir: una de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio, siete de julio y así hasta mil.