Hay muchas cosas que no son como son, por mucho que se empeñen en decirnos lo contrario. las cosas son como hacemos que sean, por defecto o por afecto. En cualquier caso de facto. Tenemos más poder del que creemos para cambiar las cosas, lo que nos falta es valor a veces, tiempo a ratos, fuerza de voluntad o capacidad para encajar lo que se nos viene encima según el día.
Las cosas son como son para el que no tiene otra cosa que hacer, para el conformista, para el que no tiene voluntad de perfilarlas o amoldarlas a sus necesidades. Las cosas no son solo cosas, no son solo objetos y algunas dan más de sí de lo que nos creemos.
Odio las frases del tipo: esto es lo que hay o así son las cosas.
La resignación no va conmigo. Me niego a aceptar lo establecido, sobretodo si está atornillado a nuestro cerebro y no hay manera de sacarlo por tradición, por costumbre, por mentalidad trasnochada, porque sí.
No deberíamos dejar en manos de otros lo que está en nuestras manos, como el que no quiere la cosa.
¿Que hay cosas que no hay quien cambie? Pues claro.