El otoño es la primavera del invierno y nos ha pillado en lavas. Es como si al tiempo le hubiese dado por correr y nos llevara detrás, asfixiados, intentando alcanzarlo a unos meses de distancia.
Parece que fue ayer el año pasado y no digamos el anteriory ya estamos terminando este. Que el tiempo tenga prisa es lo que le faltaba a nuestra maltrecha moral.
Esta mañana he mirado el reloj a las siete menos cuarto y cuando he vuelto a fijarme ya eran las siete y media. Bien es cierto que me había quedado sopa, pero ese es el mal nuestro de cada día.
Vale que el tiempo es imparable, pero podría darnos un respiro y aminorar el paso. Y no me vale que lo haga en una sala de espera, donde se eterniza por definición o en la cola de turno o en las noches de insomnio.
Es verdad que hay cosas que es mejor que pasen deprisa: las desgracias, las penas, el dolor, las colonoscopias…
El tiempo pasa, pero de nosotros. Por eso, quiero aprovechar para ser elprimero en desearos un feliz 2022.