Estaría bien que a los que dicen tener una solución impermeable e indiscutible para todo, se les diera la oportunidad de demostrarlo. Que los que tienen todas las claves y ningún nombre de usuario, ocuparan por unos instantes la parcela de poder desde la que hay que resolver los problemas y que tuvieran que tomar decisiones contantes y sonantes asumiendo las consecuencias.
Que los que tienen claro lo que hay que hacer porque saben que no van a poder poner en práctica sus ideas se pusieran manos a la obra, buenísimo en mano, aplicando a la realidad lo que ellos consideran políticamente correcto. Que tuvieran que pasar de las palabras a los hechos y de ese movimiento dependiera el futuro de todos.
Tener ideas geniales envueltas en bonhomía no tiene mérito, lo realmente meritorio es llevar a la práctica la teoría y responsabilizarse de lo que pase.
Una cosa es hablar cuando no se tiene nada que perder, ni nuestras palabras tienen consecuencias, que cuando los hechos que se derivan de ellas tienen que servir para solucionar los conflictos.
Por decir se pueden decir muchas cosas, incluso tonterías o “tonteorías” que no tienen ninguna aplicación real. Es más, si ellos tuvieran la oportunidad de hacer tal o cual cosa, estoy convencido de que se rajarían y harían lo que todos los dueños del rancho han hecho desde que el mundo es mundo, poner a resguardo a los caballos en días de tormenta.
Todos tenemos un botón del postureo, para apretarlo hace falta las tres bes:“Boluntad, Balor y Buevos”.