Sin pretender quitarle un ápice de gravedad a la situación en la que nos encontramos (otra vez), sin alejarme ni un milímetro de las dificultades que muchos hemos sufrido y estamos sufriendo por culpa de la pandemia, de la ineptitud de unos y el hartazgo de todos, vamos a intentar rebajar nuestro estado de alarma personal y transferible y afrontar las próximas fechas con la mejor cara, dado que la cruz nos viene de serie desde hace dos años.
Mañana es el sorteo de la lotería de Navidad, vivámoslo con la ilusión de siempre, aunque nos retorzamos por dentro de incertidumbre, de miedo, de mocos o de dolor.
El viernes ya es Nochebuena, así que cenemos los que podamos con quien podamos, asumiendo la excepcionalidad que la sexta ola del COVID nos impone.
No dejemos de vivir, pero vivamos este fin de año como si hubiera un ayer. El mañana va a depender mucho de lo mucho o poco que hagamos por pasar estos días sin más sobresaltos de los que la realidad nos tiene acostumbrados últimamente.
Estos días pasarán y pesarán, pero no nos queda otra que seguir adelante. No dejemos pasar la oportunidad de parecer responsables, empíricos y simpáticos. Y sobretodo, tengamos la fiesta en paz.
Ya lo dice el refrán, con paciencia y con saliva… y hasta aquí puedo leer.
