La Parroquia de Santa Fe, en Alfafar, está abierta esta mañana de Nochebuena. Esta noche es la misa del Gallo y será la más especial de la historia de Alfafar. El cura de la Parroquia, Salvador Aguado 'Voro', tiene 42 años, y lleva diez años en el barrio.
Cuando ocurrió todo estaba dando misa como un día normal y había unas 25 personas. Al acabar la eucaristía sobre las siete y media de la tarde, ya no les dio tiempo a reaccionar. En lo que tardó en llegar de la puerta de la sacristía a la puerta de la iglesia, "cuatro pasos", ya había llegado el agua al escalón de la entrada.
"Tonto de mí empecé a poner toallas por debajo de la puerta para que no entrara agua", cuenta Voro en este programa especial de 'Más de uno' desde las zonas más afectadas por la DANA. Al ver que seguía subiendo el nivel del agua, se subieron a la parte de arriba, donde hay una terraza, y allí pasaron la noche.
Cien personas pasaron la noche en la terraza de la iglesia
Mucha gente había subido sus coches a la plaza, en una zona más elevada del pueblo, pero cuando vieron que los coches empezaban a flotar, se subieron a los techos de los coches. "Ahí, desde la terraza, tomé la decisión de avisar a la gente para que se subieran a la terraza", que está a la altura de un primer piso.
Cuando bajaron, habían pasado unos quince minutos, "y cuando abrí las puertas el agua ya me llegaba a la cintura", relata el cura. Al final, "tuvimos que abrir las puertas de la Parroquia para acoger a todo el mundo que quisiera salvarse de la tromba de agua" y alrededor de 100 personas pasaron la noche en la terraza de la iglesia de Santa Fe.
Los vecinos siguen estando muy afectados emocionalmente
A día de hoy, casi dos meses después de la catástrofe, los vecinos siguen estando muy afectados por lo ocurrido, especialmente los mayores. En algunas casas todavía no funciona el ascensor y, por eso, "hay gente que desde hace dos meses prácticamente no sale de su casa".
Este año la misa del gallo en la Parroquia de Santa Fe se celebra a las siete de la tarde en lugar de a las doce. Uno de los motivos es que "hay mucho alumbrado público que continúa sin funcionar y cuando se hace de noche esto parece una cueva", explica Voro, y por eso, hay mucha gente que evita salir de casa tan tarde.
En total, estuvieron cinco días sacando barro y lodo de dentro de la parroquia, donde estaba todo el mobiliario destrozado y paredes de la iglesia caídas. Ahora, por fin, parece que, poco a poco, vuelven a la normalidad.