En la cultureta

Ali vs Malcolm X

El 21 de febrero de 1965 mataron a Malcom X. Se disponía a dar un discurso en el Audobon Theatre de Manhattan cuando alguien gritó “Negro, quita las manos de mi bolsillo”. La multitud miró hacia el auditorio, mientras otros tres hombres abrieron fuego contra el activista, que murió de camino al hospital.

Miguel Venegas

Madrid |

Al velatorio, en el Harlem, acudieron más de 20.000 personas. Al funeral más de mil lograron entrar en el Templo de la fe; el resto se quedaron en la puerta y vieron la ceremonia por televisión.

A esa misma hora, su mejor discípulo y amigo daba una exhibición de boxeo en Chicago. Alguien en el público gritó “maten a Clay también, aquí, delante de su gente.”

Muhammad Ali ya no se hablaba con Malcom. Se habían visto por última vez nueve meses antes, y de casualidad, en las calles de Ghana. Malcom se acercó a él con una sonrisa y le habló de sus viajes a la Meca, al Egipto de Nasser, a la Argelia de Ben Bella, que le habían cambiado la vida. Alí le recriminó que hubiera abandonado a la Nación del Islam, en la que ambos se habían conocido, y le dio la espalda.

En la Nación del Islam Cassius Clay se había convertido en Muhammad Ali y Malcom Little se había convertido en Malcom X. Filósofo uno y campeón de los pesos pesados el otro, y activistas los dos, se habían convertido en amigos íntimos. Fue Malcom quien compañó a Ali en su primer combate por la corona mundial, cuando nadie creía que pudiera tumbar al favorito de la mafia Sonny Liston, pero lo hizo.

Después de aquello La Nación del Islam pidió a Malcom mayor discreción y después silencio total. Malcom ya era más popular que su líder, Elijah Muhammad, y acabó sólo y expulsado de la secta islámica. A su amigo Ali, que solía jugar con los hijos de Malcom, se le prohibió tener contacto con él. Lo llamaba hasta ocho veces al día, pero nunca hubo respuesta.

Ali no acudió al funeral de su amigo ni supo, hasta tiempo después, que había sido la propia Nación del Islam quien le había acribillado a tiros salvajemente.

El New York Times escribió que Malcom era un personaje extraordinario y retorcido. El New York Post reconoció su “brillantez, a menudo salvaje, imprevisible y excéntrico”. Spike Lee le dedicó una gran película en 1992, que llegó hasta los Oscar.

Hoy decenas de colegios e institutos de Estados Unidos llevan su nombre, además de calles y avenidas, de costa a costa.

Su amigo Muhammad Ali, o Casius X como él, desahogó su tristeza por la separación en su biografía de 2003 y en el libro Hermanos de Sangre.

“Soy musulmán por él. Darle la espalda a Malcom fue uno de los errores más grandes de mi vida. Desearía haber sido capaz de decirle lo que sentía.”