Veintiún años lleva Covadonga de Quintana trabajando como archivera jefe de la Real Academia Española. La pasión por este trabajo la desarrolló de pequeña. Cuando se portaba mal, le castigaban en el despacho de su abuelo, donde conservaba el archivo nobiliario familiar con documentos desde el siglo XVIII al XX y ella se entretenía hurgando.
Los sótanos de la Academia son los dominios de Covadonga. Allí, en el depósito del archivo, se encuentran todos los documentos guardados en cajas. Éstas, a su vez, se hallan en cámaras debidamente cerradas como si de la caja fuerte de un banco se tratase. Entre otras cosas, esto demuestra que el verdadero peso de la Real Academia no se muestra, sino que se encuentra en sus sótanos y depósitos.
La labor de los archiveros de la RAE
Covadonga se pasa la vida leyendo documentos. En su día a día -junto a su equipo de archiveros- clasifica, lee, digitaliza y difunde todo tipo de papeles, fotografías, planos, dibujos, grabados, casetes, vídeos VHS, etc.
"Mi labor consiste en la organización de los fondos documentales producidos por la Academia desde 1713 hasta ahora", explica Covadonga en 'La Cultureta'.
El hallazgo de la segunda edición del Diccionario de Autoridades
Al realizar su trabajo, en ocasiones obtiene el hallazgo de documentos que no se esperaba. Por ejemplo, recuerda cuando se encontró con los manuscritos de la segunda edición del Diccionario de Autoridades; "pasé una noche entera sin dormir porque no sabía si me había equivocado". Para comprobar si estaba en lo cierto, dedicó la noche a leer libros que acreditasen su hallazgo. En efecto, Covadonga tenía razón.
Cuando el archivo de la Academia viajaba de casa en casa
Cuando la Academia se creó en 1713, se crearon también los oficios del director y del secretario. Éste es el encargado de los papeles, el primer archivero que empezó a guardar los documentos siguiendo un orden sistemático por materias.
Sin embargo, en un inicio la Real Academia Españolano tenía una sede fija, por lo que el archivero tenía los documentos en su casa y cuando cambiaba, se trasladaba el archivo al domicilio del nuevo archivero.
Hasta 1985 no se introdujo el puesto de archivero profesional de la RAE, y fue entonces cuando se empezaron a aplicar técnicas de archivística moderna.