Cultura y deporte

Sudáfrica y el balón ovalado

Sudáfrica se ha proclamado campeón del Mundo de rugby por tercera vez en su historia. Miguel Venegas nos cuenta el camino que ha seguido el país y su deporte nacional desde el fin del Apartheid, un camino que mostró Clint Eastwood en su película Invictus.

Miguel Venegas

Madrid |

Uno de cada diez sudafricanos es de raza blanca, y le gusta el rugby.

De hecho, el rugby es el deporte nacional de los blancos de toda la vida, el de los descendientes europeos, el del Apartheid… y también la palanca que encontró Mandela para transformar al país más racista del mundo en 1993.

La historia es célebre y nos la contó Clint Eastwood en 2009. Mandela reclutó a Francois Pienaar, capitán de la selección de rugby, para visitar pueblo a pueblo y barrio a barrio toda la geografía de la Sudáfrica negra que tanto les odiaba. Y así el encuentro, y el abrazo, y el Mundial del 95’, en casa.

Y contra todo pronóstico, y ante los All Blacks… en Pretoria… Pienaar levantó la Copa que le entregaba su presidente, el primer negro.

Invictus llegó a las pantallas en vísperas de 2010, cuando España conquistó Sudáfrica. La historia la había escrito John Carlin en su libro El Factor Humano, pero la película la hizo universal. Un país cosiendo su enorme brecha con el balón ovalado.

Pero lo cierto es que aún quedaba mucho por hacer.

En aquella plantilla campeona sólo había un jugador negro. 12 años después, había dos, y el equipo, los springboks, volvió a proclamarse campeón del mundo.

Mandela murió en 2013 bajo el reconocimiento mundial y el país tomó el camino que había marcado Madiba hacia la normalización y la unión entre razas.

En 2019, en otro mundial de rugby, Sudáfrica se plantó en la final con un plantel de doce jugadores blancos y once negros. Y no por casualidad, sino por ley.

Siya Kolosi era el primer capitán negro de los Springboks, y en su primer discurso se preguntó si Mandela estaría de acuerdo con la cuota.

“No me gustaría ser seleccionado únicamente por mi color de piel”, dijo.

Los medios siguieron la polémica y hablaron de meritocracia.

Y el sábado pasado, el equipo, perfectamente mestizo, ganó el Mundial. Doce años después del último, el de los dos negros. Veinticuatro después del de Mandela y Pienaar.

Y veintiséis después de que los hombres y mujeres de Sudáfrica con derecho a voto… es decir, blancos de piel… votaran poner fin al régimen de Apartheid del Sur de África.

No está mal para un país con un 80% de personas negras a las que ahora también les gusta el rugby.