En febrero de 2014 Lebron James escribió una carta en Instagram, dirigida a su padre. “No te conozco, no tengo ni idea de quién eres, pero el combustible que me dio tu ausencia es parte de la razón por la que crecí para convertirme en quien soy.”
Lebron hacía público así lo que ya se sabía, que su padre biológico, Anthony McClilland había abandonado a su madre cuando trajo al mundo al gigante de Ohio. Ella tenía 16 años y se hizo cargo de la crianza ella sola.
El día del padre no es un día feliz para muchos grandes deportistas, pero sí es un día propicio para leer biografías explosivas. La de Agassi ya la hemos comentado. Un libro brillante de un niño que odia a su padre y después odia al tenis, que es lo mismo que odiar toda su vida.
No tan buena pero sí interesante es la de Muhammad Ali, ‘Rey del Mundo’. En ella también sale el padre, Cassius Marcelus Clay senior, un pintor y músico bien conocido en la comunidad, pero al que su hijo siempre guardó rencores, por mujeriego y borracho, y violento con su madre más de una vez. El caso es que Ali, muchos años después, murió dejando diez hijos en el mundo, y de algunos de ellos nunca llegó a ocuparse.
Pero los libros también han destapado abusos más graves en el deporte padre-hijo. La tenista Jelena Dokic publicó el suyo en 2017 relatando cómo su padre llegaba a patearle la cabeza cuando estaba en el suelo, en algunas de sus frecuentes palizas. Damir Dokic la escupía en la cara, le tiraba del pelo y le pegaba en las espinillas. Incluso fue detenido por amenazas y posesión de armas.
También Jennifer Capriati sufrió a un padre violento y déspota. El propio Stefano Capriati admitió en la caída de su hija en las drogas, después de una infancia de extrema exigencia.
Y en el fútbol, sin biografías demasiado interesantes pero con sobradas infancias fallidas, hay jugadores que renunciaron a su apellido por el rechazo a sus padres. James Rodríguez, Virgil Van Dijk o Yannik Carrasco son sólo tres ejemplos casi calcados. Todos ellos abandonados al nacer, todos portando un nombre que no quieren escuchar.
El día del padre no es feliz en muchas casas y el deporte sólo nos abre una ventana para ver el mundo. Ese en el que un niño llamado André o Cassius son maltratados, o una niña Jenifer o Monica o Jelena, o un bebé llamado Lance Armstrong o Lebron James o Mike Tyson son abandonados en la pobreza y los problemas de alcohol. Y los niños se hacen mayores o grandes.