OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Junqueras le ha exigido a Puigdemont una prueba de fe en el éxito del proceso"

Ave César. Los que van a morir….ya lo saben y te envían saludos. Mire, mire cómo afila Carles Baratheon Puigdemont su espada de acero valyrio. Ha madrugado hoy el jefe de la casa Puigdemoníaca para entrenar el giro de muñeca con el que hará caer la espada sobre el cuello de los ajusticiados. Mire, mire cómo ensaya el rey del procés. Está listo para que le vayan trayendo a los tibios. Los blandos. Los pragmáticos. Los poco comprometidos.

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Madrid |

Esta gente a la que le importa más salvar su casita de los Pirineos —el patrimonio— que salvar de la opresión española a Cataluña.

Van a ser decapitados porque ellos se lo han buscado.

Bueno, y también porque la pareja de hecho de Puigdemont, que se llama Oriol —Junqueras— le ha exigido una prueba de fe en el éxito del proceso. Coge a tus consejeros convergentes y hazles jurar que antepondrán su compromiso con las urnas —aunque sean de fabricación china— al compromiso con sus esposos, sus mujeres y sus hijos. Hazles caminar sobre las brasas sin inmutarse ni soltar un quejío. Y al que se ponga rezongón, honorable Carles, al que se ponga rezongón o se haga el estrecho, desenfunda las espada y que pase el siguiente consejero.

Córtales las cabezas tú a ellos porque si no van a ser ellos los que claven en una pica tu testa.

Puigdemont es un rey de carambola que debe su trono a la CUP y a la falta de vista que, una vez más, acreditó el rey depuesto. Artur Mas creyó que aquel desconocido alcalde gerundés le mantendría caliente el trono hasta el día que él regresara triunfante del exilio interior. Pero olvidó que no hay monarca más apegado a su corona que aquel que la recibió de carambola. Aquel que nunca fue reconocido como hijo legítimo sino sólo como bastardo.

Puigdemont es hoy un presidente sin partido. Abandonado por el PdeCAT, intentando hacerse perdonar los desplantes internos y al albur de lo que quieran hacer con él Junqueras y la CUP. El personaje del piloto mesiánico se apropió hace meses del gobernante y están siendo sus antiguos colegas, los convergentes, quienes le describen en privado como un pollo sin cabeza. Un peligro público que está fuera de control.

Le dejaron hacer cuando aún les parecía entretenido desafiar al Estado con proclamaciones de independencia y ahora que el Estado ha avisado de que quien gaste en urnas ilegales tendrá que reponerlo de su bolsillo les ha entrado el canguelo. Se nos ha ido de las manos, dicen. ¿Qué? Puigdemont.

Pero, en realidad, lo que se les fue de las manos fue su propio independentismo de todo a cien: hombres y mujeres de cincuenta años jugando a ser un poco gamberros. Qué valientes y qué rebeldes somos. Hasta que temieron ver sus casas particulares tan embargadas como sus sedes y empezó a enfriarse su espíritu guerrero. ¿Para qué pagar ese precio si no vamos a conseguir el dichoso referéndum? Cálculo de probabilidades: lo arriesgas todo si hay un 90 % de conseguir el objetivo, la independencia, pero si no tienes ni un 10 % casi mejor no arriesgar nada. La burguesía se repliega.

Puigdemont hace limpieza y proscribe la duda.

El proceso rompe el PdeCAT y Esquerra emerge como partido hegemómico en Cataluña. En la Cataluña de la incertidumbre total.

En fin, si Puigdemont le debe el trono a la CUP, García Page se lo debe a Podemos.

El PSOE no ganó las elecciones autonómicas de 2015. Las ganó Cospedal. Pero entre dejar que siguiera gobernando ella o prestarle a Page los escaños que éste necesitaba para sentarse en el sillón de Fuensalida, Podemos escogió lo segundo. Ya hubo un pacto (de investidura) entre el PSOE garciapagista y el Podemos de Pablo Iglesias. Lo que pasa es que luego Page se fue a la guerra contra Pedro Sánchez y algunos interpretaron equivocadamente que es que él no quería pactos con Podemos. A ver, si no los quería serían los de los demás con Podemos, porque el suyo ya lo tenía hecho.

Lo que pasó es que Iglesias hizo el numerito aquel de declararse indignadísimo por la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy y amagó con dejar caer a los barones del PSOE. Mucho hablar pero poco hacer, porque ni uno solo estuvo en riesgo serio de despeñarse. Garcia Page tampoco. Pero bueno, se rompió el pacto, simularon que se habían distanciado muchísimo, Podemos recuperó el repertorio aquel de PSOE y PP la misma cosa son, la casta, el régimen del 78, todo aquello y pareció que lo suyo era irreconciliable.

Nunca lo fue. Al menos, en Castilla La Mancha. Donde Page nunca ha dejado de buscar el apoyo de Podemos —no le queda otra— para sacar adelante sus presupuestos de este año y el que viene. ¿Cuál es entonces la novedad política en Castilla La Mancha? Que el barón Page ha incluido en la oferta un sillón de su gobierno y que Podemos, en contra de lo que había venido haciendo hasta ahora, ha aceptado la oferta. Es decir, que está a punto de nacer el primer gobierno de coalición autonómico entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.