Hibristofilia es una palabra complicada que viene de dos términos del griego antiguo. Significa la atracción (filia) que sienten algunas personas hacia otras que han cometido actos atroces (la palabra griega es hubrizei). Pueden ser delincuentes muy violentos, asesinos, violadores, o todas esas cosas a la vez.
Y el cliché es que es algo que ocurre sobre todo en Estados Unidos, donde hay una especie de fascinación por los asesinos en serie. En Estados Unidos es donde se empezó a utilizar la ciencia para estudiar a esos criminales, pero también se ha generado una fascinación, una subcultura sobre ellos que a veces se vuelve enfermiza.
O sea, lo de la hibristofilia sería interesarse, enamorarse incluso, de algún asesino más o menos célebre.
Los primeros casos conocidos ocurrieron en Estados Unidos
A casi todos y todas nos han hecho gracia en algún momento de nuestra vida los malotes. Hibristofilia ya es algo casi enfermizo. Es convertirse primero en una especie de groupie, de fan, de un asesino, muchas veces ya juzgado y condenado por sus crímenes. Los primeros casos conocidos ocurrieron en Estados Unidos. Allí mataron y tuvieron muchos seguidores, por ejemplo, Charles Manson y Ted Bundy hace ya varias décadas.
Manson, el líder de un grupo aberrante llamado ‘La Familia’, ordenó a sus seguidores el asesinato de Sharon Tate, entonces mujer de Roman Polansky, que se libró de milagro, por cierto. Aquella noche de 1969 (el verano del amor) mataron además a otras cuatro personas. Manson fue juzgado y condenado. Prácticamente desde que entró en prisión, empezó a recibir cartas de admiración de hombres y mujeres. Y recibió cartas de amor apasionado de cientos de mujeres.
¿Manson aprovechó la ocasión para ir más allá con alguna de sus fans?
Manson estaba ya muy mayor, muy enfermo también. Y una de sus fanáticas que le visitaba en la cárcel y que era 53 años más joven que él, anunció su compromiso en una entrevista en 2013. Manson era viejo, pero muy inteligente. Anuló la boda porque descubrió que la chica lo que quería era hacer negocio. Planeaba exponer en público su cadáver cuando muriera.
No estaba mal tirada la idea, porque todo lo que había rodeado a Manson hasta su muerte, en 2017, generaba mucho dinero. Había, hay todavía, un fetichismo enorme con él. Manson vendió canciones más o menos olvidables, vendió entrevistas desde prisión, se venden todo tipo de objetos con su rostro… Hasta se han vendido mechones de pelo suyo por internet.
El caso de Ted Bundy
Bundy, el asesino encantador, mató a treinta y seis mujeres. Hay incluso una serie protagonizada por la que fue su novia antes y después de los asesinatos en la que sale la correspondencia que se escribían cuando ya había sido condenado y esperaba ser ejecutado. Además de esta novia digamos de siempre, Bundy se casó en prisión con una de sus seguidoras.
Robert K. Ressler, el pionero del estudio de los asesinos en serie, al que tuvimos el honor de conocer, se rebelaba contra la fascinación que generaba Bundy, decía que los medios le habían convertido en el “Rodolfo Valentino de los asesinos en serie”.
¿Ha llegado a España el fenómeno de fascinación por asesinos?
Y este fenómeno de fascinación por asesinos, ¿ha llegado a España? Porque aquí tenemos en la cárcel a unos cuantos asesinos más o menos famosos...
De hecho hemos traído Luis y yo el testimonio de uno de los más conocidos: Miguel Carcaño, asesino confeso y luego arrepentido de Marta del Castillo en Sevilla. Un tipo vulgar, un buscavidas, que contó así en el juicio cómo mató a la que había sido su pareja.
Carcaño ha cambiado de versión creo que ocho o nueve veces. Ya hace tiempo que insiste en su inocencia y culpa a su amigo El Cuco, últimamente a su hermano… El caso es que este joven, alguien vulgar, que no destacaba por nada hasta que mató a Marta, tiene muchas seguidoras. Algunas le han escrito cartas de amor apasionado a las cárceles por las que ha ido pasando.
Hace más de un año que tiene novia, una chica que es familia de uno de los presos que comparte prisión con él en Herrera de la Mancha. Uno de los policías que trató de sacarle la verdad sobre dónde está el cadáver de Marta del Castillo nos explicaba que es un tipo muy simple: por ejemplo, aceptaba participar en una sesión de hipnosis o en una prueba cerebral solo por salir de la cárcel un rato y comerse una hamburguesa.
¿Quién fue el primer asesino en España que empezó generar este fenómeno enfermizo?
El primer caso que conocimos fue el de José Rabadán, que ha pasado a la historia como el asesino de la katana. Siendo un adolescente mató a sus padres y a su hermana en Murcia. Rabadán ingresó primero en una cárcel y luego en un centro de menores. Allí le enviaban cartas, yo pude leer algunas, decenas de admiradores, casi todo chicas jóvenes.
Entre esas cartas de amor o de devoción había una de dos chicas de San Fernando, en la provincia de Cádiz. Le decían que lo admiraban por tener el valor de hacer lo que todos querían y casi nadie se atrevía, es decir, matar.
El problema es que meses después de escribir esa carta de amor a un adolescente asesino, esas dos chicas, Iria y Raquel, mataron a su amiga Klara en su ciudad, en San Fernando. Fueron detenidas, condenadas y ahora ya están en libertad, esperamos que con una nueva vida y sin hacer más daño.
Su maestro, José Rabadán, también salió en libertad. Primero tuvo una relación con una de esas seguidoras que le surgieron mientras estuvo encerrado, una chica llamada Verónica. Luego, quedó en libertad y se fue a vivir a Cantabria, a un piso de una iglesia evangélica que ayuda a jóvenes problemáticos. Y allí se enamoró de otra chica, la hija del pastor evangélico. Vamos a escucharla a ella, Tania, pareja de Rabadán y madre de su hijo.
¿Qué mecanismo psicológico hay detrás de esto?
No hay una respuesta clara. Algunos psicólogos hablan de que estas mujeres, la mayoría son mujeres entre otras cosas porque la inmensa mayoría de los asesinos son hombres, pueden tener el deseo de redención, la idea de que ese hombre no es culpable o de que si lo es, se debe a que fue maltratado por la familia, por la sociedad, y que ellas son las únicas que ven la parte buena en ellos, las únicas que pueden ayudarles.
Creemos que algo de eso hay, pero también que hay un punto menos idealista o más carnal, porque los asesinos que generan seguidoras o hibristofilia suelen ser bien parecidos, como Ted Bundy, Miguel Carcaño o como los últimos casos, el que comentabais antes, Luigi Mangione, el asesino del directivo de la compañía de seguros en Estados Unidos, o Daniel Sancho en Tailandia. Asesinos más digamos fofos o desagradables a la vista como el que se hacía llamar el rey del Cachopo o El Chicle, el asesino de Diana Quer, no tienen seguidoras conocidas por más que sus crímenes sean tan horribles como los otros.
El efecto halo o por qué los guapos tienen condenas menores
Ese factor, que hace que entre dos asesinos similares como Daniel Sancho o el rey del Cachopo, solo uno tenga seguidoras, es lo que los estudiosos del crimen llaman “efecto halo”. Lo bautizó con ese nombre un psicólogo llamado Edward Thorndike. Básicamente es que tendemos a juzgar de forma más benévola a las personas atractivas. Este experto dijo que a la belleza le asociamos sin ningún fundamento otras cualidades como inteligencia o bondad
En la vida diaria parece evidente que eso es así, que la belleza ayuda en una primera impresión, pero sorprende que eso ocurra también con los criminales.
Un abogado llamado Rod Hollier ha recopilado casi treinta trabajos estadísticos. Básicamente concluye que los criminales o delincuentes feos reciben condenas hasta el triple de veces más severas y pasan una media del doble de años en prisión que los acusados que son atractivos. Son datos de Canadá y Estados Unidos.
En el caso de Daniel Sancho, ese efecto halo sirvió para hacer ruido en redes sociales, pero no para reducir su condena.