Un asesino en serie
En ocasiones cuando se habla de un caso criminal, nos surge la duda de si el delincuente se le define como "asesino en serie" o no. La definición clásica de asesino en serie, la que creó hace más de sesenta años el FBI, dice que es alguien que mata a tres o máspersonas con un lapso de tiempo de treinta días y con periodos de enfriamiento entre cada asesinato. El protagonista del caso de hoy, cumple a la perfección los requisitos de ese canon.
Antonio Gali Balaguer
Balaguer es un valenciano que hoy tiene 74 años y que ha pasado cuarenta de ellos en la cárcel. Gali mató en la década de los ochenta y en los primeros años del siglo XXI. En su currículum acumula tres asesinatos, varias agresiones sexuales, robos y tráfico de drogas. A finales del pasado mes de febrero abandonó la prisión de A Lama, en Pontevedra, en la que llevaba los últimos veinte años de su vida.
Ahora está en libertad y este es un hecho que genera intranquilidad a los ciudadanos. Sin embargo, legalmente, no se puede hacer absolutamente nada contra esa situación. Gali ha cumplido con la justicia y con la última condena que le impusieron los tribunales: diecinueve años que ha cumplido de forma íntegra y sin posibilidad de permisos, precisamente por la peligrosidad que ha acreditado su carrera criminal y por la gravedad de los delitos por los que fue condenado.
¿Cuándo comenzó todo?
Su primera condena data de 1979. La Audiencia de Teruel le condenó a cuatro meses de cárcel por tres delitos de abuso sexual, todos ellos cometidos en Calanda. Sus víctimas fueron una niña de diez años, otra de trece y un varón al que amenazó con un cuchillo para abusar de él. La condena puede llamar la atención por lo leve, pero eran otros tiempos y el código penal de entonces era muy laxo con esos delitos.
Nada más salir de prisión volvió a las andadas. En este caso, sus delitos fueron en Alcañiz, también en Teruel, donde se instaló. Allí se dedicaba a robar camiones cargados de tabaco y seguía cometiendo delitos sexuales. En este caso, sus víctimas fueron una joven de diecisiete años y una mujer de treinta y nueve a la que golpeó con un tubo metálico hasta dejarla sin sentido y se la llevó a las afueras de la ciudad para abusar de ella. En este caso fue condenado a una multa de 50.000 pesetas, unos 300 euros de ahora, y seis meses de arresto, con el atenuante de enajenación mental.
Sus otros asesinatos
En el año 1982, tras cumplir esa última condena por abusos sexuales, se instaló en La Zaida, que es un pueblo pequeño de la provincia de Zaragoza, de unos 400 habitantes, aproximadamente. Allí sedujo y comenzó a tener relaciones sentimentales con Ángela, una mujer casada, madre de tres hijos. El marido de Ángela, un pastor llamado José Luis, se enteró de la infidelidad de su esposa y amenazó a Gali Balaguer, que se citó con él, supuestamente, para arreglar las cosas. Y del pastor nunca más se supo hasta unos años después. A Ángela, Gali le contó que su marido se había marchado de casa y que le dijo que no volvería hasta que él abandonase el domicilio.
En 1984, en plenas fiestas patronales de San Roque, Victoria, una niña de once años, fue a la casa en la que vivía Gali para ir a buscar a su amiga, una hija de Ángela. La niña se encontró a solas con el delincuente y abusó de ella. La niña, aterrorizada, le amenazó con contar a sus padres lo que le había hecho.
Gali la amordazó y la dejó en un granero, terminando por ahogarla en la bañera de su casa. Al día siguiente enterró el cuerpo en el suelo y selló la fosa con cemento, grava y leña. Todo el pueblo se movilizó para buscar a la niña e incluso se organizaron batidas en las que participó el propio Gali Balaguer, todo un clásico, mientras la Guardia Civil intentaba dar con algún hilo bueno del que tirar.
Un guardia civil fue a entrevistarse con Gali, como con tanta otra gente del pueblo, en busca de alguna pista para dar con Victoria. No sacó nada en claro de la entrevista, pero al salir de la casa se dio cuenta de que tenía varias picaduras de pulgas. Poco después, el mismo guardia se entrevistó con los padres de Victoria y le contaron que su hija se había quejado alguna vez de las picaduras de esos mismos insectos. El agente ató cabos, se fue a ver a Gali y lo apretó lo suficiente como para que confesase el crimen y el paradero del cuerpo de la pequeña.
Le condenaron a sesenta y cuatro años de prisión, que el Tribunal Supremo redujo a cuarenta y tres y medio, aunque el tiempo que pasó entre rejas en aquella ocasión no llegó a los dieciocho años. En 2001 dejó la cárcel, se fue a Portugal.
Su último crimen
Ocurrió en la madrugada del 21 de noviembre de 2005. Gali Balaguer había salido dieciséis días antes de la prisión portuguesa, donde cumplió una condena de un par de años por tráfico de drogas. Esa madrugada contrató en Orense los servicios sexuales de AuroraDacunha, una mujer de cincuenta y ocho años, madre de dos hijos, a la que acordó pagar setenta euros. La llevó en coche hasta las inmediaciones del municipio de Maside. Ella creía que iban a un motel, pero mantuvieron relacionessexuales en el interior del coche y después Gali la asfixió y abandonó su cuerpo en una cuneta. Él contó en el juicio que la mujer le quiso arrebatar la cartera y que en el forcejeo la mató de forma involuntaria.
La Guardia Civil detuvo a Gali cuatro meses después, en marzo de 2006. Y lo hizo gracias a la declaración de Elena, otra prostituta que estuvo a punto de convertirse en una nueva víctima del asesino la noche del 6 de enero de ese mismo año. Elena aceptó subirse al coche de Gali para mantener relaciones sexuales, pero logró escapar a tiempo del vehículo y denunció que su cliente había intentado matarla asfixiándola. El relato de la mujer hizo sospechar a los investigadores, que seguían sin resolver el asesinato de Aurora. Los datos que aportó Elena sirvieron para dar con Gali y acusarle del crimen.