Yo no sé si en la delincuencia pasa como en otras profesiones. Como en otras ocupaciones, que hay quienes se resisten a jubilarse, a colgar la recortada.
Hemos encontrado a uno con bastante arte. Se llama Manuel Alvarez Riestra, nació en Avilés hace 83 años, y no ha tenido otra ocupación en toda su vida que la de ser delincuente. Es atracador de bancos, al menos desde los años setenta del siglo pasado. Antes lo intentó con la falsificación, pero fue detenido en la provincia de Granada en el año 1976. Al año siguiente, en 1977, Manuel cometió su primer atraco a un banco. Y el pasado mes de octubre, 47 años más tarde de su debut, digamos, intentó el último.
Los atracadores de bancos son gente muy especial. Tuvieron su edad de oro en los años ochenta y noventa, pero las cosas han cambiado mucho. Riestra, a quien bautizaron como el Solitario Asturiano, es uno de los últimos de su estirpe. Desde muy temprano se vio que le gustaba ponerse barba y bigote postizos, generalmente con una carpetilla en la mano bajo la que llevaba un arma, y con esparadrapo en los dedos para no dejar huellas. A veces usaba gafas de sol y otras una bufanda que le tapaba el rostro.
Lo del Solitario Asturiano es porque ya había otro atracador con ese apodo, y que creo recordar que además tiene delitos de sangre, además de robos. Era Jaime Giménez Arbe, que pasó catorce años atracando bancos y mató a dos guardias civiles y a un policía municipal. Ese es el Solitario fetén. Los del mote del Solitario asturiano fue más que nada cosa de nuestro oficio, de los periodistas. De hecho, Riestra entraba solo en los bancos que atracaba, pero casi siempre tenía a alguien esperando fuera con un coche con el motor encendido y muchas veces contaba con la cobertura de otras personas que le dejaban dormir en sus casas.
Lo cierto es que Álvarez Riestra es bueno en lo de atracar bancos, también joyerías. Ya en 1985 se llevó 700.000 euros de una en Castellón. En cuanto a los bancos, sus primeros objetivos fueron en su tierra, en Asturias. Atracó sucursales en Oviedo, Colloto, Gijón, Llanes y Mieres, se llevó unos 24 millones de pesetas (unos 144.000 euros) en esa gira criminal.
Esos fueron los años dorados de este atracador. Vivía feliz, con una chica mucho más joven que él, se paseaba por Asturias a cara descubierta y decía ser un jubilado de la Marina Mercante con una buena pensión que le permitía gastar bastante en buenos vinos tintos y conducir un Audi. Fue padre de una niña, pero esa etapa dorada terminó en 1998 cuando fue detenido y enviado a la cárcel.
¿Qué le ocurre a la gente como él cuando entran en prisión?
Se adaptó bastante bien. En la cárcel de Villabona, entonces casi recién estrenada, Álvarez Riestra se convirtió en un preso integrado y reivindicativo. Se quejaba de que, pese a ser buen interno y trabajar en el economato de la cárcel, no le daban permisos de salida y hasta empezó una huelga de hambre para pelear por eso. En sus escritos se quejaba, textualmente, de que sin permisos no podría reinsertarse en la sociedad ni podría trabajar, con lo que, cuando llegara a anciano, no tendría derecho a ninguna pensión de jubilación. Ya era un tipo con visión o digamos que con cierta inquietud por su futuro.
¿Tuvo éxito en sus reivindicaciones? Así es. Contó para ello incluso con el apoyo del sacerdote de la cárcel, el capellán penitenciario, que le avaló y llegó a trasladarle en coche desde la prisión, alejada de la ciudad, hasta Oviedo. El párroco hasta le buscó un sitio para vivir en un albergue municipal, su última dirección conocida.
El problema es que Manuel Álvarez Riestra empezó a aprovechar los permisos de tres días de libertad antes de regresar a la cárcel para hacer lo que más le gusta o lo que mejor se le da: atracar bancos. Su primer permiso lo consiguió en el año 2006, se acercó a Carbayín Alto, en Siero, y atracó una sucursal de Cajastur. Se llevó 90.000 euros. Luego, volvió a la cárcel. Una semana después, le dieron otro permiso y robó otra sucursal de Cajastur en Villamayor (Piloña). Esta vez se llevó 35 mil euros y decidió no volver a la cárcel.
Casi dos años estuvo en la calle. Fue detenido en Huelva, en mayo de 2008. Y no, no había dejado de atracar. Fue acusado de once atracos en esos dos años, con un botín total de 250.000 euros. Antes de ser detenido había pegado un palo en una sucursal de Caja Rural del Sur en Huelva. Álvarez Riestra es bastante teatrero, bastante folclórico, y cuando le volvieron a llevar a prisión dijo a los funcionarios: “me voy a morir en la cárcel, de esta ya no salgo”. Tenía entonces sesenta y seis años, entonces la edad legal de jubilación más uno.
No le dieron permisos, pero salió en 2016 en libertad condicional. Tenía prohibido salir de Cantabria, donde vivía con su hija, dijo entonces, sin avisar a las autoridades. Fue detenido en 2017 cuando intentó secuestrar a un empleado de una sucursal al que le enseñó una placa falsa de policía. Riestra ya tenía una edad, setenta y seis años, entonces, el empleado era cuarenta años más joven y se revolvió. Le cayeron dos años y medio más de cárcel y le acusaron de dos atracos a otros tantos bancos ocurridos en Asturias a finales de 2016, poco después de su penúltima salida de la cárcel.
En esos dos atracos se llevó un botín de 37.000 euros. El Solitario asturiano fue a juicio por ellos en el año 2019. Llegó a la sala rodeada de expectación, acentuando su papel de anciano con una muleta y una mano vendada. No defraudó. Dijo al tribunal que él nunca usaría un cuchillo jamonero para robar un banco, que tampoco se conformaría con 12.000 euros y que nadie le amenazaba. Llegó a decirle a la jueza que él era un personaje famoso en Asturias. Su frase fue: "Soy más conocido que Fernando Alonso". Este es él, El Solitario, explicando a la jueza que él no había atracado esos bancos y también lo conocido que era en su tierra, en Asturias.
El Solitario asturiano habló en aquel juicio de Dios, de la familia, de su avanzada edad, de los cuchillos jamoneros… Solo una de las testigos que le había identificado se mantuvo ante el tribunal y dijo que el ladrón era él. El resto dudaron, y ante la duda fue absuelto.
Pero una vez más volvió a los bancos. Por su edad, suponemos, o quizá por exceso de confianza en ese personaje en que se había convertido, El Solitario asturiano cometió algunos errores. Por ejemplo, intentó atracar por segunda vez la misma sucursal, en Santa Eulalia de Morcín, en Asturias, de la que ya se había llevado 53.000 euros. El director le reconoció, no le abrió la puerta y avisó a la guardia civil… Parece que estaba ya muy quemado en Asturias, se había hecho demasiado famoso. Y saltó al País Vasco, donde se le atribuyen dos atracos a dos bancos en Vizcaya.
El pasado 28 de octubre, Riestra fue detenido en Alonsótegui, en la provincia de Vizcaya. Iba con un cómplice y atacó al director de una sucursal de Kutxabank, le puso una pistola en el estómago y le pidió el dinero de los cajeros automáticos. No había casi nada y el cómplice era más rápido. Riestra llevaba varias capas de ropa como parte de su disfraz y fue detenido allí cerca. No sabemos si porque solo fue un intento fallido o por su edad, quedó en libertad al día siguiente. Tiene pendiente, eso sí, el juicio que le podrá llevar de nuevo a la cárcel.
¿Pero puede entrar en la cárcel con 84 o 85 años? ¿No hay un límite de edad para cumplir condenas en prisión en España? No hay límite, es una creencia popular lo de que los ancianos no pueden ingresar en prisión. La ley no obliga a liberar a delincuentes por muy mayores que sean. Pero depende, claro, de la salud del condenado. De hecho, cada vez hay más delincuentes, digamos seniors o del Inserso en prisión. El año pasado había 2.829 presos mayores de 61 años. Hace diez años eran mil siete menos. Quizás sea por las crisis, por el envejecimiento de la población española o porque se ha corrido la voz de que los abuelos no van a prisión nunca, el caso es que la edad media de los delincuentes en España ha aumentado.
En 2023 hubo casi 17.000 detenidos de 65 años o más, ya en edad de jubilación. Es casi un 17 por ciento más que el año anterior. De hecho, en los últimos diez años el grupo de delincuentes que más ha crecido en España es el de los mayores. Según los datos del Ministerio del Interior, en diez años hemos pasado de 6.358 delincuentes seniors a los más de 16.300 del año pasado.