Monólogo de Alsina: "La frase de Soraya del independentismo descabezado es un despropósito de primera"
Ya queda menos. Para que sepamos qué viene después. Del 21-D en Cataluña. 21-D en España.
El jueves, es verdad, puede cambiar todo.
O puede que cambien sólo algunas cosas.
• Puede salir de las elecciones un Parlamento autonómico que dé un giro, trascendental, a la Generalitat de Cataluña y a su posición, su compromiso, su lealtad con las instituciones que representan al conjunto de España.
• O puede salir un Parlamento que se proponga estirar el chicle, seguir alimentando la distorsión histórica, mantener vivo —aun renqueante— el pulso con el resto del Estado. Mantener la Generalitat como ariete para embestir contra la Constitución española.
• Puede salir un presidente que herede los peores vicios del prófugo Puigdemont, su antecesor Artur Mas y su rival-y-socio Junqueras. El anhelo de independencia, tan legítimo, como coartada para asaltar los derechos del resto de los ciudadanos. La confusión premeditada entre el mandato popular y la vulneración de la norma. La exageración de la ofensa, la propaganda enfermiza sobre la España rancia-casposa y la invasión de ultraderechistasque, al parecer, campan por sus anchas en Cataluña. Sales a la calle, y venga ultraderechistas. Coges el metro, y ultraderechistas. Te vas al parque a mirar árboles, y en lugar de plantas, ¿qué ves?, ultraderechistas. No hay lugar en el mundo con más ultraderechistas por metro cuadrado. Si hay que hacer caso a Junqueras, claro, y a Puigdemont. "En ocasiones, veo fachas".
• O puede salir un presidente (o presidenta) que trate de tú a tú a los demás presidentes autonómicos, que no se crea más que los demás, que haga el esfuerzo no sólo de transmitir al resto de España las inquietudes y las prioridades de los catalanes sino de transmitir también a los catalanes las inquietudes y las prioridades del resto de los españoles. Que defienda la mejoría de su financiación autonómica sin plantearlo en términos de se me hace caso o rompo la baraja, que no señale a las comunidades con menos músculo económico como aprovechadas que esquilman a la dinámica sociedad catalana, que se ofenda menos y procure ofender, también menos, al resto.
• Y puede, tampoco lo descarten, puede que no salga presidente alguno y haya que repetir toda la liturgia. Nuevas elecciones, nueva campaña, dos meses más de bombardeo, dos meses más de fantasma de Flandes grabando vídeos en su bosque belga.
En el debate de anoche en la La Sexta, con Arrimadas como destinataria de todos los dardos y con Iceta ronco, el sector independentista acusó la flojera de los portavoces suplentes que están representando a Esquerra y al PuigDeCat.
Se notó, sobre todo, la ausencia de Junqueras. Esquerra está escasa de dirigentes con labia y Carles Mundó no es mejor que Marta Rovira, la estrella más efímera del universo independentista. Oriol la ungió, dijo aquello de los muertos por las calles, y la escondieron. Se notó también la ausencia de Artur Mas, que siempre fue el más hábil de los dirigentes del PDeCAT, mucho más que aquel candidato de mentira que se llamó Raul Romeva. La ausencia de Puigdemont se notó menos porque en debates televisivos se ha prodigado poco o nada. Ni en debates ni en ruedas de prensa abiertas a todos los medios.
El PuigDeCat envió a Josep Rull, ex consejero que una vez barajó postularse como líder del partido y que, a la fuerza ahorcan, no se cansa de agradecer a Puigdemont que se fugara a Bélgica. El jefe se largó mientras él, criatura ingenua, se personaba en su despacho para fingir que seguía siendo consejero. No es que Rull sea Demóstenes, pero teniendo a su vera a Mundó y al de la CUP, la defensa del procés quedó en sus manos. Y más protagonismo que los otros dos, acabó teniendo.
Notas del debate de anoche:
• Primera / La perplejidad del representante de Esquerra, el debutante y flojo Mundó, ante las críticas que le hizo el de la CUP, más debutante y aún más flojo. Era un poco: qué haces metiéndote tú conmigo cuando hemos hecho todo lo que queríais y así nos ha ido, compañero del alma, compañero. Lógica la perplejidad, pero aún lógica la de los espectadores, imagino, al escuchar al portavoz de la CUP referirse a Junts per Cataluña como la derecha. Así, con desdén. Pero si es su derecha, la que ustedes auparon a la presidencia, ¿no se acuerda?
• Segunda / La rapidez de Arrimadas, que sin duda —y con Iceta— es la más ágil en este tipo de debates. Y también la más hábil al meter la cuña mientras interviene uno de sus adversarios para romperle el juego. Los enganchones de Mundó con Arrimadas fueron los momentos más ¿se puede decir vibrantes, tensos?, del debate. Como cuando ella le dijo lo de que viven en Matrix (lo dice cada día desde hace meses) y él, que estaba un poco rígido, le respondió con un "Ni Matrix ni puñetas". Esquerra y Ciudadanos. La pugna por la victoria en las urnas del jueves.
• Tercera / La experiencia de Iceta, que se nota que lleva siglos metido trasteando en la política catalana y lo mismo te coloca un día que sería bueno indultar a Junqueras que se pone serio al día siguiente para proclamar, como hizo anoche, que es impensable que él llegue a pacto alguno con Esquerra.
• Cuarta / La evaporación de Xavier Doménech, que se las vio y deseó para conseguir que los demás repararan en que él también estaba allí, y con ganas de decir alguna cosa. Algo dijo, sobre el acuerdo transversal pero sólo con Esquerra y PSC y sólo si antes dejan de ser lo que son, que es una forma de construir puentes de aquella manera. Los colaus no despegan en campaña y salta a la vista que Doménech luce más en Madrid que en Barcelona. Y si a él le dan a elegir, se hace fuerte en el Congreso de los Diputados.
• Y quinta / El monocultivo de García Albiol, que cada vez que tenía la palabra colocaba el mensaje de que es Rajoy quien ha aplicado el articulo 155. Rajoy, Rajoy, y no Rivera, y no Quién lo iba a aplicar si no, presidente del gobierno sólo hay uno.
Hicieron lo que pudieron los dirigentes independentistas para sacarle partido a la metedura de pata, soberana, de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Esta frase que pronunció, plena de ardor mitinero, y que es un despropósito de primera.
La segunda persona con más poder en el gobierno de España, comisionada por el presidente para dirigir la administración catalana, proclamando su satisfacción por haber descabezado a Esquerra Republicana y los otros partidos independentistas. Descabezado, dijo, porque están sin líderes. Pues mire, vicepresidenta, no. Ni la prisión preventiva del señor Junqueras es cosa de Rajoy —afortunadamente—, ni el hecho de que el señor Junqueras esté en prisión significa que Esquerra no tenga líder. Naturalmente que lo tiene. Y está muy bien que lo tenga. En prisión provisional ahora mismo y, en el futuro, ya veremos. Igual que tiene líderes el PDeCAT, porque tampoco está descabezado ni hay artículo 155 que esté pensado para descabezar partidos.
Por cierto, Puigdemont le ha dado una entrevista a La Vanguardia. En la que se demuestra que él tampoco sabe qué cuánto paro hay en Cataluña —ni él ni Rovira ni Arrimadas—, se inventa el dato de mujeres asesinadas por sus parejas —porque no tiene la menor idea de cuántas han sido— y cuando le preguntan qué le gusta de su esposa responde que no puede decirlo. En fin, que no tiene intención de volver nunca.