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Monólogo de Alsina: "Al sustituto de Velasco puede que le convenzan más los indicios de la UCO sobre Cifuentes"

No son siete sino tres preguntas que más se repiten hoy en algunos despachos:

• La primera, ¿el nuevo quién es?

• La segunda, ¿cómo respira (políticamente)?

• La tercera, ¿qué va a hacer con lo de Cifuentes?

ondacero.es

Madrid |

El nuevo, que aún no tiene nombre -–pero que podría ser Belloch--, es el juez que asumirá el trabajo que hoy todavía lleva Eloy Velasco. El investigador de la Púnica y de la Lezo, el juez que envió a prisión preventiva primero a Paco Granados y luego a Nacho González, que pidió que se imputara en Murcia a Pedro Antonio Sánchez y que a final de mes abandona el juzgado porque le ha correspondido un puesto distinto que él mismo había solicitado: la nueva sala de apelaciones de la Audiencia Nacional.

Quién será el nuevo y cómo respira. En público los dirigentes políticos nunca dudan de la imparcialidad de los magistrados, pero en privado gustan de etiquetarlos exactamente igual que hacemos los periodistas: ¿es juez afín a los unos o a los otros, a qué asociación pertenece, la de derechas, la de izquierdas o la otra, es amigo de verse en los diarios o todo lo contrario, cuánto le gusta o le disgusta ser visto como justiciero del pueblo?

Y sobre todo, sea quien sea el nuevo que llegue, ¿qué hará con lo de Cifuentes?

Ayer Albert Rivera subrayó aquí, cinco segundos después de que le preguntara si cree en la honradez de la señora Cifuentes, que el juez no ha archivado las sospechas sobre la cafetería de la Asamblea.

Velasco no ha actuado contra Cifuentes pero el nuevo sí podría decidir hacerlo. Puede que al nuevo le convenzan más los indicios de la UCO que al saliente.

Y de eso, en realidad, dependerá todo. El futuro político de Cifuentes y la fecha de las urnas autonómicas madrileñas. El del que depende Cifuentes es muy fino porque ella tiene asumido el compromiso de que si un juez la imputa, se marcha. Y llegado ese caso, lo que ocurriría en Madrid es que habría elecciones anticipadas.

Todos saben que puede pasar.

Y por si acaso pasa, todos van tomando posiciones.

• En Podemos han desempolvado a Iñigo Errejón y les han dado cuerda para que hable. Para que sea él, recién bailado el chotis en la pradera del santo, quien se faje contra Cifuentes haciendo méritos para ser candidato o a la presidencia autonómica, si el pacto al que llegó con el jefe supremo Iglesias aguanta, o a la alcaldía madrileña si Carmena, como parece, se jubilara dentro de dos años (aún le quedan dos de decir a todas horas que ella no es Podemos ni ninguna otra cosa).

• En Ciudadanos ya comprobamos aquí que, tratándose de Lezos, Púnicas y Gúrteles, el discurso que prevalece es el de no esperes a que se pruebe nada pudiéndole sacar partido a la sospecha. Si Cifuentes lleva años en el PP de Madrid, razón más que suficiente para sugerir que ella también puede estar pringada. El comodín en estos casos es pedir que dé explicaciones, a sabiendas de que explique lo que explique y las veces que lo explique a Ciudadanos siempre le parecerá insuficiente para dar por despejada la sospecha. Gobiernas gracias a mí pero sigues sin parecerme trigo limpio, ésa es la idea.

• Y en el PSOE… Bueno, en el PSOE aprietan menos porque de portavoz autonómico tienen a Gabilondo, que es hombre pausado, y porque están enredados con lo suyo: lo del PSOE, no lo de Gabilondo. El quién ganará este domingo la liga socialista y qué será, será, de aquí al otoño, de los dirigentes regionales más conspicuos. Incluyendo ahí al PSOE de Madrid, que a falta de dirigente conspicuo lleva descabezado y sin pulso desde que fue coronada Sara Hernández, pedrista de primer tiempo, en sustitución de Tomás Gómez y previo paso por aquellas primarias de pega que cocinó el melancólico Rafael Simancas. Si el futuro de Cifuentes es aún incierto, el futuro del PSOE, dependiendo de lo que pase el domingo, no es que sea incierto, es que es sísmico.

El domingo terminará a la vez la Liga de primera y la Liga de primarias. Hacia las diez de la noche se calcula que en Ferraz encenderán la chimenea para anunciarle a la militancia que hay nuevo papa.

Susana ha quedado la última en la carrera por presentar el programa con que se presenta. No tenía prisa la candidata y tampoco ha tenido mucho afán en publicitar este documento. Seguramente porque sabe que los militantes no se lo van a leer y que las promesas de los aspirantes sólo sirven para que el adversario las caricaturice y las combata. A ojos de Sánchez y de López, las ideas económicas de Susana se han vuelto liberales de un día para otro.

Susana Díaz, neoliberal. Que es el eufemismo que usan en el PSOE para acusarse unos a otros de derechistas. Y para que parezca que hay debate ideológico donde sólo hay un ajustes de cuentas. El cuentito que siguen recitando Pedro y Susana por los pueblos de España es éste que dice que ellos, aunque rivales, son camaradas. Y que por eso el domingo por la noche, gane quien gane, se darán un beso en los morros y aquí no ha pasado nada, compañeros.

Pedro Sánchez hace su primer gesto de conciliación: confirma que si gana, mandará a Antonio Hernando a hacer puñetas. Le causó risa que Julia Otero diera por sentado que si él gana Hernando se quedará sin trabajo.

Aún no es secretario general y ya se está atribuyendo la decisión sobre quién debe ser el portavoz parlamentario. Eche el freno, que eso le corresponde a los órganos del partido que salgan elegidos del congreso de junio. Que es la segunda entrega de esta cordialísima guerra a muerte que se está librando en el partido.

En Estados Unidos el debate es si se le está poniendo a Trump cada vez más cara de Richard Nixon.