Monólogo de Alsina: "Colau, una vela al independentismo y otra a la corona, por si hace falta para que el Mobile se quede en BCN"
Cómo cambian las cosas de un año a otro, eh.
Hace un año la foto de un día como hoy mostró al vicepresidente del gobierno de Cataluña, Oriol Junqueras, posando su mano delicada sobre el hombro de Soraya mientras ella, sonriente, disfrutaba de la foto de familia con el rey, que también sonreía, como lo hacían Puigdemont, y Forcadell, todos celebrando el Mobile en amor y armonía.
Hace un año estábamos en lo de la operación diálogo, cuando el gobierno central creía haber encontrado en Junqueras el hombre bueno en el que confiar para la pacificación institucional: sería él quien anulara a Puigdemont y frenara aquel tren —cómo gustaba entonces la metáfora de los trenes, ¿se acuerdan?—, sería el buen Junqueras el que pisara el freno antes de que la embestida se consumara.
La mano sobre el hombro de Soraya.
Quién nos ha visto y quien nos ve.
Esto del Mobile ya sabrán ustedes lo que es.
La feria de los cacharritos. Los dispositivos móviles. Teléfonos, tabletas, portátiles.
Las empresas tecnológicas de medio mundo, reunidas en Barcelona para presentar sus nuevos productos y contarnos a todos por dónde creen que va a ir el futuro. O por dónde quieren que vayamos los consumidores para poder seguir siendo empresas boyantes.
Es un acontecimiento empresarial de primer orden. Y es una máquina de hacer dinero para Barcelona. Dinero y empleo, como dicen las tres administraciones públicas involucradas: la central, la autonómica y la municipal. Se crean 13.000 empleos cada año. Verán el dato muy destacado en todos los medios. Trece mil empleos…temporales, por supuesto, aunque hoy no escucharán a ningún dirigente político lamentarse de que el empleo que crea la feria es temporal. Al revés, hoy el personal se felicita de que estos trece mil empleos se creen.
El protocolo de cada año incluye que el Rey inaugura la feria acompañado del presidente de la Generalitat de Cataluña. Y que la noche previa reciben al Rey las autoridades catalanas en la puerta del Liceo para la cena de bienvenida.
Lo que pasa es que este año no hay president de la Generalitat porque los independentistas aún no se han puesto de acuerdo para investir uno. Y tampoco acudieron todas la autoridades a recibir al Rey porque en octubre hizo un discurso que a Torrent y a Ada Colau todavía les escuece.
El protocolo en la ciudad que gobierna Colau incluye también hacerle algún feo al Rey y que haya gente en la calle para pegarle cuatro voces. Le sucedió en la manifestación por los atentados de agosto, le volvió a suceder anoche (un par de minutos, al llegar) y van a intentar que vuelva a suceder esta mañana cuando acuda a inaugurar feria.
"Hagamos la cacerolada más grande del mundo", dijeron anoche los convocantes de la bronca. Y les salió una cacerolada de la señorita Pepis. Una cosa normalita que no da para el libro Guinnes de los récords, ni siquiera de los récords que nadie ha querido batir.
Hoy el serial tiene de actor invitado al Rey. Con frase y con mensaje.
Hoy el serial tiene de actor invitado al Rey. Y a Soraya.
Y a Ada Colau. Emperatriz del posturismo. Que es como el populismo, pero en versión abreviada.
En el capítulo de ayer cenaban todos juntos. Para celebrar que ya empieza la feria.
Y con un montón de personas, porque esta cena es tamaño boda.
Dos de los invitados a la cena anunciaron que no se presentarían. Tuvieron que anunciarlo para que los demás se dieran cuenta de que no habían ido. Bosch, por ejemplo, que es el de Esquerra en el Ayuntamiento. Menos mal que dijo que no iba porque si no…quién va a reparar en que Bosch no ha venido. Oye, ¿dónde está Bosch? ¿Qué Bosch? ¿Los electrodomésticos?
Hizo lo mismo Puigneró. Y menos mal.
—Que no ha venido Puigneró.
—¿Qué Puigneró?
—El secretari. De Telecomunicacions.
—Ah, Puigneró. ¿Que sigue siendo secretari en la Generalitat que gobierna la Moncloa? ¿No dimitió como protesta por la intervención del autobierno entonces?
—No, no, qué iba a dimitir. Se quedó en el sillón. Sin hacer un ruido. Pero vamos, que a la cena no viene.
Oye, qué disgusto para los demás. Poder retirar un cubierto y estar más amplios.
Colau a la cena sí que fue. Lo que no hizo fue recibir al rey en la puerta. Su cargo institucional incluye cenárselo todo, pero no ser ni educada ni hospitalaria con un monarca. Y por eso Colau lo explicó muy bien en su medio natural, que es twitter. Lo del vasallaje. A dios pongo por testigo de que no participaré en el besamanos. Porque dice la alcaldesa dehacerle el besamanos al Rey es un acto de vasallaje y pleitesía impropio del siglo XXI.
A ver, en el besamanos no se le besa a nadie la mano, es sólo un nombre. En realidad consiste en que llega el Rey, le están esperando las autoridades y le dan la mano.Una humillación imperdonable. Viene a ser lo mismo que se hace cuando Ada Colau va de visita oficial a algún sitio y estás las autoridades del lugar esperando para estrechar su mano. Pero para la alcaldesa es vasallaje y pelitesía. Impropio del siglo XXI.
Es verdad que 2018 es siglo XXI. Lo que pasa es que 2017 también lo era. Y el año pasado la alcaldesa recibió al rey tan contenta de verle. Y le dio la mano la muy vasalla.
Como es sabido que Colau no es una alcaldesa oportunista, ni obsequiosa con el independentismo, ¿verdad?, cabe pensar que el año pasado le dio la mano al rey por descuido y se quedó traumatizada. Volvió a casa, después de la cena, diciéndose a sí misma: oh, muy god, he incurrido en pleitesía al Borbón, voy a lavarme la mano ahora mismo con lejía. Y decidió que nunca mais. Que ella al convite sí, pero al saludito en la puerta ya no baja.
Ella al Rey le saludó, pero en privado. Sin que pudieran verla los votantes antiborbones. Y aunque se la vio en conversación animada con el monarca sólo estaban hablando, seguro, sobre móviles. No vaya a parecer que estaban congeniando.
Una vela al independentismo y otra a la corona por si viniera bien pedirle al rey que interceda para que la feria se quede en Barcelona.
El de Waterloo, mientras tanto, que una vez fue protagonista absoluto de este serial pero últimamente no se come un rosco, emitió desde su mansión un tuit dándose importancia. "El Rey será bienvenido cuando pida perdón", dijo. ¿En dónde, en Waterloo? No, en la República Catalana. De la que Puigdemont se siente presidente y portavoz.
Qué tiempos aquellos en los que Puigdemont le hacía la pelota al Rey, ¿verdad, majestad? Tanto le adulaba en privado que resultaba embarazoso. Ni existe la república catalana ni Puigdemont, a estas alturas de la parodia, está en condiciones de hablar en nombre de nadie. Pero qué le vas a pedir a este imitador belga que le ha salido a Joaquín Reyes.