Monólogo de Alsina: "El escándalo de Facebook; información sin permiso y juego sucio para ganar elecciones"
Este día en el que hemos amanecido con esta historia tan desgraciada, y lamentable, que se produjo anoche en Getafe.
Primero el incendio en una vivienda. Un vecino avisa a los bomberos, que se van para allá y consiguen sofocar las llamas sin gran dificultad. Aparentemente, era poca cosa.
Después los bomberos inspeccionan la habitación de la casa que ha ardido y descubren allí a dos críos muertos. Diez años tenía el niño. Ocho años, la niña.
Más tarde la policía recibe otro aviso: un atropello mortal en la estación de tren de Getafe. Cuando se personan los agentes y hablan con los testigos confirman que un hombre se lanzó a la vía.
Y por fin, el vínculo que une los dos sucesos. El hombre que se ha suicidado en la estación era el padre de los dos niños encontrados muertos, y solos, en la vivienda donde se declaró el fuego. Y la sospecha: que el padre mató a los niños, prendió fuego a la habitación, cerró la casa con llave y se fue a la estación a quitarse la vida.
Hay una madre. Una mujer que no estaba en la casa cuando se produjo el incendio. Está hospitalizada por la crisis nerviosa que sufrió al conocer lo que había ocurrido con sus dos hijos.
Hay una investigación abierta. Y en caso de que se confirme que los hechos sucedieron como ahora mismo sospechan los investigadores, hay, también, una pregunta: cómo puede pesar más en el ánimo de un hombre el deseo de hacerle daño a la madre que el supuesto amor que declara por sus hijos.
Y por qué no se quitó él de en medio y punto.
Ésta otra es la historia de David Carroll. Es un profesor estadounidense, usuario de Facebook, que un buen día se preguntó por qué le llegaban a él los bulos sobre Hillary Clinton que alguien fabricó en la campaña de las presidenciales de 2016. Él es votante demócrata. Le escamó que le bombardearan con manipulaciones todas en la misma dirección, como si se buscara disuadirle de votar a Hillary.
Leyó en los diarios que, en estos tiempos de posverdades y de ciudadanos que se informan más por las redes que por los medios convencionales, los candidatos recurren a consultoras políticas que procesan información sobre los votantes y organizan campañas de persuasión. De modo que buscando responder a la pregunta —-¿por qué a mí?— se propuso conseguir que la consultora que trabajaba para Trump revelara qué sabe sobre él, David Carroll. Qué sabe, cómo lo ha averiguado y qué uso ha hecho de todo lo que sabe.
Éste es Carroll, explicando cómo las leyes estadounidenses no le han permitido obligar a la consultora a confesarle a él lo que sabe de él —-devuélvame mis datos—, pero cómo en Europa, donde las leyes protegen más a los ususarios, sí ha encontrado esa vía. Tiene abierto un procedimiento judicial en el Reino Unido para que Cambridge Analytica le devuelva la información que ha acumulado sobre él.
Este es el tema, el gran tema de la semana, que empezamos a contarles aquí el lunes a primera hora.
El escándalo que salpica a Facebook por el uso que esta empresa de consultoría política ha hecho de los datos confidenciales de millones de usuarios. Personas que utilizan Facebook, que se instalaron una aplicación cuya finalidad —eso se les dijo— era conocer mejor sus intereses con fines puramente académicos, y que aportaron un montón de información a Facebook que acabó en manos de esta otra empresa. Cambridge Analytica. Que utiliza la información que tiene sobre millones de personas para ayudar a sus clientes a conseguir lo que pretenden. Por ejemplo, vencer en contiendas políticas. Por ejemplo, que gane una opción concreta en un referéndum.
No hay nada que objetar a la labor de persuasión política —hay cientos de consultoras en todo el mundo a las que recurren los políticos para sus campañas políticas— siempre que esa labor se realice con información obtenida legítimamente —sin engaños— y sin recurrir al juego sucio. Y en el caso de esta Cambrigde Analytica, como les venimos contando, hay indicios de que vulneró ambas condiciones. La información la obtuvo con engaño y a sus clientes les ofrecía desacreditar a los rivales políticos fabricando falsas acusaciones de sobornos o escándalos sexuales.
Lo que el domingo era una investigación periodística del New York Times, el Guardian y el Channel Four británico, es ahora una triple exigencia para que el primer ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, comparezca en el Parlamento británico, en el Parlamento Europeo y ante el Órgano Regulador del Comercio en Estados Unidos. La compañía está encajando en la bolsa una devaluación acelerada que no consiguió frenar con el comunicado que hizo presentándose como víctima de las maniobras de Cambridge Analytica y prometiendo que reforzará la protección de datos. Zuckerberg, por ahora, guarda silencio.
En cuanto a la consultora, ha suspendido en el cargo al consejero delegado, Alexander Nix, después de que éste les dijera a dos periodistas que se hicieron pasar por posibles clientes que entre los servicios que ofrecía la firma estaba el de fabricar escándalos para desacreditar a los competidores políticos de sus clientes. "Si hace falta", decía, "enviamos a unas ucranianas a la puerta de su casa y a un fotógrafo que las retrate como si estuvieran saliendo".
En esta historia de juego sucio político, distorsión de la información y manipulación de los usuarios, hay un arrepentido —un empleado de Analytica que ha revelado sus procedimientos— y hay un abogado con cuenta en Facebook que está empeñado en conseguir que la consultora cuente todo lo que sabe de él, cómo lo sabe y para qué lo ha usado. En dos años, seguro de que esta historia sale una película.
Lo del serial ya es un parodia de sí mismo.
Empezando, con su permiso, por el spoiler, me perdonan que les vuelva a destripar el episodio programado para hoy pero lo que va a suceder es que Roger Nuevo Tono Torrent, presidente del Parlamento, va a anunciar que abre otra ronda de contactos con los grupos. Lleva tres meses de ronda en ronda y sin que nadie pague la cuenta.
Otra ronda, ¿para qué? Pues oiga, para lo de siempre. Para darle apariencia de normalidad parlamentaria al despropósito de los puigdemones. Torrent se hace una foto con cada partido y así parece que importa algo lo que le digan. Cuando lo único que acabará haciendo, como las dos veces anteriores, es poner en un papel el nombre que le digan los del PuigDeCat. En enero le dijeron: pon Puigdemont. Y él puso Puigdemont y luego se buscó una excusa para dar largas a la investidura. En marzo le dijeron: pon Jordi Sánchez. Y él puso Jordi Sánchez y luego se buscó una excusa para dar largas a la investidura. ¿Por qué? Porque Torrent es de Esquerra y sabe que su partido tiene cero interés en servir de coartada a una investidura inviable que puede acarrearle a Torrent problemas con la justicia.
La prueba del nueve de hasta qué punto el delirio se ha convertido en rutina es lo que sucedió ayer en el serial. Salió muy serio este personaje llamado Pujol —delegado puigdemónico en Barcelona— a anunciar que Jordi Sánchez dejará su escaño y dejará la política. Atención al contradiós: los puigdemones propusieron como candidato a la investidura a un señor que quiere dejar la política. No lo propusieron hace un año, lo propusieron hace quince días. "Hola, queremos investir presidente a un ciudadano que en breve dejará su escaño". Y no les cambia la cara. Ni se les cae. "Hola, queremos hacer alcalde a un vecino que está a punto de irse a vivir a otro planeta". Y así todo.
Ahora están con lo de Turull, el siguiente en el cásting. El otro Jordi. El que fue escudero de Puigdemont en el primero de octubre. Éste no tiene intención ni de retirarse ni de soltar el escaño. El problema de Turull no es ni su imputación judicial ni su libertad bajo fianza. Su problema es la CUP. Que no quiere saber nada de él porque le considera un empleado de los Pujol. Es la abstención de la CUP lo que tiene la investidura del imputado Turull en el aire.
Como ayer dijo en este programa Miquel Iceta, si al final invisten al imputado a ver qué programa de gobierno presenta.
Si el candidato hace un discurso de investidura prometiendo a la CUP la reincidencia, el juez lo apunta en su libreta y le envía a prisión preventiva de nuevo.
De los cuatro que permanecen en la cárcel, Junqueras, los Jordis y Joaquim Forn, éste último podría abandonarla pronto. Él ya renunció a su escaño y se borró de la política. Y el fiscal general del Estado, Sánchez Melgar (un señor que huye de los focos) basa en ello el cambio de criterio que ayer se hizo patente en el Supremo.
Esto también es interesante. Porque el fiscal general hizo valer su autoridad e impuso a los fiscales del Supremo la decisión de permitir que Forn salga de prisión bajo fianza. Es interesante porque esta vez, aunque el fiscal jefe ha impuesto su criterio a los fiscales del caso, no se ha escuchado una sola crítica ni a su acto de autoridad, ni a la jerarquía de la institución, ni al desaire de sus subordinados.
Qué habría pasado, ¿verdad?, si hubiera sido al revés. Si los fiscales del Supremo hubieran apoyado la libertad bajo fianza y el fiscal jefe les hubiera obligado a pedir la prisión incondicional. Qué no se estaría diciendo de Sánchez Melgar y su autoritarismo.