Monólogo de Alsina: "El fantasma de Blas de Lezo se le aparece a Rajoy, que creía tener hecho el puzle de los presupuestos"
Érase una vez un presidente de Gobierno, resignado a gobernar sin mayoría absoluta, que creía haber completado un puzle de muchas piezas. El puzle de su tranquilidad para un año.
Contempló el presidente la mesa y se dijo: lo tengo hecho.
"Tengo al PNV apalabrado. Tengo al canario en el bote. He sosegado a Rivera entregándole la cabeza de un barón murciano. Y en casa Susana me aseguran —ésta es la pieza que va en el centro— que el liderazgo del PSOE lo tienen bien amarrado".
Echó un último vistado el presidente a su puzle, se repitió "lo tengo hecho" y le dijo a Moragas: "Hála, vámonos pa Brasil". Y se despidió de Soraya.
Aún estaba el avión del presidente tomando altura cuando informó el comandante de que Madrid temblaba. La primera sacudida se había producido al saberse lo de Nacho. Oiga, que habían detenido a Nacho. El que fue presidente autonómico. Qué me está contando usted, otro como el Granados. Pero tras la primera sacudida, no habían dejado de sentirse las réplicas. Temblores en oficinas y despachos. La prueba de que aquello iba a ser un terremoto.
El primer zurriagazo del seísmo, la detención de ¿cómo dice que se llama esa persona?, ah, sí, Nacho, se recibió en la Moncloa con la media sonrisa de quien no está familiarizado con la escala Richter. El marianismo sonreía victorioso porque por fin caía el teniente de la capitana rebelde, jefe del estado mayor del esperancismo en retirada al que en privado nunca llamaron Nacho, sino el jefe de la mafia. Sonreían por él y porque daban por hecho que, arrastrada por el torbellino, la siguiente en desaparecer del mapa sería Esperanza.
El presidente en minoría cruzó el Atlántico lamentando haber dejado el tabaco. Cómo celebras la defenestración de quien osó cuestionarte en público si no puedes fumarte un puro en privado. Aún no había tomado tierra en Brasil cuando empezaron a entrarle los mensajes. Houston, Houston, lo de Nacho se nos está complicando.
El fantasma de Blas de Lezo se les aparecía ya en sueños al ministro de Justicia, al de Interior, al fiscal anticorrupción y al fiscal general del Estado. Desvelados los cuatro porque en política no importa tanto lo que es como lo que parece que es. Señalados los cuatro por una oposición crecida como los fusibles susceptibles de ser fundidos. Los entrantes con los que ir abriendo boca antes del plato principal, que es el presidente pasajero. Pasajero del avión, con voluntad de permanencia.
La oposición ha olido sangre porque Blas de Lezo ha dejado reguero. Ya puede el combativo fiscal general Maza proclamar a boca llena que las decisiones que toman él y sus subordinados, son puramente profesionales, ya puede el fiscal anticorrupción Moix predicar que las discrepancias con los fiscales de la Lezo son técnicas y no políticas, que lo que va quedando como poso de esta tormenta política es la firme sospecha de que el gobierno ha estado maniobrando para tener al ministerio fiscal mejor atado.
Reventó el depósito del canal de Isabel II y se ha llevado por delante los planes para convertir a la fiscalía en el actor clave de las instrucciones judiciales. Si el gobierno pensaba en serio que sacaría adelante la reforma legislativa para que los fiscales, y no los jueces, dirijan la investigación en los sumarios, abandone el gobierno toda esperanza porque es lo que, para una larga temporada, ha quedado abortado.
Érase un presidente, resignado a gobernar sin mayoría, que creía haber completado el puzle de su tranquilidad para un año y se encontró, a la vuelta, con las piezas descolocadas y tiradas por el suelo.
El PNV reacio. El canario, esquivo. Rivera amagando con reclamar más cabezas para su colección de bichos disecados. Y en San Telmo, cuartel general del susanismo en guerra con Pedro Mártir Sánchez se sintió el temblor madrileño como anticipo del temblor de piernas. A Pedro le han dado hecho el guión de su campaña interna: a este Rajoy brasileño es al que renovó como inquilino de Moncloa la reina de la gestora. En diez días podría estar constituida la comisión Bárcenas en el Congreso. Coincidirá su inauguración oficial (bienvenidos al parque temático sobre la corrupción popular) con la recta final del duelo entre Pedro y Susana.
El problema de los puzzles —se dijo el presidente— es lo mal que resisten los terremotos.
Empieza a parecer que formaban pareja. Profesional.
González y Zaplana. Gonzaplana.
El ex ministro sólo aparece, por ahora, mencionado. En la lista de nombres que se ha filtrado y que no están imputados pero sí en el radar de los investigadores.
Pero era uno de los más frecuentes interlocutores de Nacho. Llamada va, llamada viene, llamadas grabadas.
Informa El Confidencial de que el dúo buscaba la ayuda de Cospedal para favorecer a un empresario canario con el que Defensa tiene abierto un litigio.
Rajoy en Uruguay. Volando ya de regreso.
En el segundo día de prisión provisional para Jordi Pujol Ferrusola y con su padre, Pujol i Soley alias el patriarca, recibiendo en casa a los amables agentes de la policía judicial que van a revolverle los cajones por si Marta Ferrusola escondiera comprobantes bancarios en el dobladillo de la bata (o vaya usted a saber dónde).
Dijo el padre fundador del pujolismo que a tanta gente dio de comer que siente mucho lo que está pasando.
Se entiende que es lo le está pasando a él.
Lo que les está pasando a él y a su prole.
Con los Pujol le sale a Podemos un prolebus. Con más caras de Bélmez. Y con más trampas.