Se lo dije a ustedes el miércoles a esta hora: lo único bueno que le iba a pasar a Rajoy esta semana era la aprobación de sus Presupuestos. El resto serían todo reveses. El más serio, el más demoledor, el de más largo recorrido, la sentencia de la Gürtel. Estas dos palabras que empiezan a parecer una losa: caja B. O, si prefieren, una sola: mentira. La mentira sobre la caja B.
Ayer, a estas horas, Rajoy era el triunfador que había hecho la carambola con el PNV y se había asegurado dos años más de gobierno estable, hoy Rajoy es un presidente tocado, con la credibilidad bajo mínimos, y contra quien el PSOE se plantea presentar una moción de censura.
Haya o no haya moción, la batalla de la credibilidad, en este asunto de la Gürtel y la caja B, el PP la tiene perdida.
Y no de hoy. La perdió hace tanto tiempo que los argumentarios que ha ido quemando desde que empezó la investigación judicial hace diez años han ido valiendo cada vez menos. Hasta no valer nada, que es lo que pasó ayer.
En la semana en la que Zaplana se convirtió para Rajoy en esa persona de la que usted me habla, la financiación del PP se convirtió, para Maillo, en esa caja B de la que usted me habla.
Se le ha atragantado al PP la sentencia de la Gürtel y es comprensible. Tachan la sentencia de equivocada, deslizan que los dos jueces que no creen la versión del partido son izquierdistas peligrosos y se declaran seguros de que el Supremo tumbará esta parte de la sentencia. En esto no ha cambiado la estrategia del PP: llevan desde 2009 pronosticando que todo quedará en nada.
El 26 de enero de 2017 le pregunté a Rajoy en este programa por el juicio de la Gürtel. Dijo que no le estaba prestando mucha atención.
Ni siquiera sabía que el abogado pedía la nulidad. Sin éxito. Porque, según el presidente, la postura del partido era de satisfacción por la celebración del juicio. Por fin podría acreditarse que todas las acusaciones que sufría eran falsas..
El 21 de marzo de este año le pregunté a Rajoy en este programa por la declaración de Correa y Crespo incriminando a la dirección del PP valenciano.
A todos respetarla y acatarla. Estaré a lo que digan los tribunales. Ahora que un tribunal ha condenado, lo que está diciendo el PP es que el tribunal se equivoca.
La última vez que estuvo Rajoy en este programa le pregunté si le incomoda que se refieran a él como M punto Rajoy.
El PP sabe que tiene esta batalla perdida. Y sabe que la tiene perdida.
• Por más que diga que él no sabía.
• Por más que diga que los condenados son personas concretas.
• Por más que el marianismo haya puesto en marcha la operación Aznar. Señalemos a Aznar porque toda esta basura, tan abundante, es de cuando él mandaba en Moncloa y en Génova.
Sí pero no sólo.
A Rajoy le pasa lo mismo que le pasaba a Cifuentes. Que cada vez que intentaba desmarcarse de la etapa anterior y presentarse como la jefa de la brigada de limpieza le recordaban que llevaba toda la vida en el PP de Madrid. Nunca fue una recién llegada.
Rajoy tampoco. Rajoy lleva toda la vida en el PP y en la dirección del PP. Encadenando un cargo detrás de otro. En la etapa en la que mandaba Aznar, naturalmente que sí. Es porque estaba allí, ocupando puestos muy relevantes con Aznar, por lo que hoy puede estar en la Moncloa. De no haber sido uno de los generales del aznarismo no habría sido designado a dedo por el líder supremo.
Tan cierto como eso es que el paso del tiempo fue alejando al heredero de su mentor, que Correa y compañía dejaron de ir por Génova como Pedro por su casa cuando el aznarismo declinó y que rompió con Zaplana después de la primera legislatura de oposición a Zapatero.
Pero lo que nunca hizo Rajoy fue denunciar él, en un juzgado, qué mangoneos eran aquellos que hacía Correa y por los que él le apartó. Lo que nunca hizo fue destapar él la financiación irregular de su partido. Lo que nunca hizo fue colaborar de verdad con la investigación judicial que dirigió Garzón. Bien al contrario, la primera respuesta del PP a las detenciones de la Gürtel (2009) fue cerrar filas con el tesorero, retratarse toda la cúpula en una comparecencia vergonzante para intentar presentar aquello como una persecución que sufría el partido, encomendar a Trillo la tarea de desacreditar al juez y los investigadores. Y también, sembrar toda la confusión posible sobre los anotaciones de Bárcenas. Sostener que eran una falsificación insostenible. Negar que existieran sobresueldos cuando soltó la bomba, en una reunión con periodistas, Esperanza Aguirre. Y seguir negándolo todo cuando el juicio ya se estaba celebrando.
El PP sabe que tiene la batalla perdida porque el PP sabe cómo reaccionó y cómo actuó.
Haya o no haya moción de censura.
A los partidos de la oposición les toca explicar por qué le dan tanta relevancia a la sentencia de ayer cuando ellos ya daban por hecha la financiación irregular y la corrupción desde hace diez años y sin esperar a que ningún tribunal se pronunciara.
Al PSOE le tocará explicar, si acaba presentando la moción de censura, cómo compagina el intento de tumbar al gobierno con la crisis de Estado que sigue abierta en Cataluña. Ésta es la principal contraindicación que le ven muchos dirigentes socialistas, en Ferraz, a promover ahora la moción. La erosión de la imagen que se ha labrado Sánchez como hombre de Estado para la cuestión catalana. La mayor ventaja, que ésta es una de esas mociones de censura que puede lanzar a un candidato aunque la pierda. O que precisamente lo que conviene es presentarla para perderla. Creándole un problema a Ciudadanos. Justo la operación que se hizo en Madrid con Gabilondo.
Y a Ciudadanos le tocará explicar en qué queda su discurso de anteayer en aras de la estabilidad necesaria y la cantidad de mejoras para los ciudadanos que nunca llegarán si no entran en vigor los nuevos Presupuestos con esta sobreactuación naranja de ayer diciendo que hay un antes y un después y que la sentencia lo cambia todo.
A cada uno, lo suyo.
Haya o no haya moción, el PP de Rajoy ha tocado fondo. Es el problema de no coger a tiempo la escoba. Y de saber que si te pones a limpiar en serio, tienes que terminar barriéndote a ti mismo.