OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Pedro Quevedo; oxígeno a Rajoy a cambio de más dinero para Canarias"

Antes de que existiera Quevedo el canario, existió Quevedo Villegas, natural de Madrid y primer caballero de la sagrada orden del ingenio. Al Quevedo inmortal se atribuye esta frase que el Quevedo de ahora podría escoger como lema de su linaje: "Lo mucho se vuelve poco / con sólo desear otro poco más”. Tú pide, que lo peor que puede pasar es que se te conceda.

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Madrid |

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De estar vivo hoy Quevedo Villegas, don Francisco, pondría sus ojos seguro —o mejor, sus lentes— sobre Quevedo el canario y le dedicaría algún poema ácido, satírico y caricaturesco. Quevedo Iturbe cumple cinco años de diputado en Cortes y otros cinco de concejal en Las Palmas. Es el hombre orquesta que lo mismo te asiste a un pleno municipal que a uno parlamentario y lo mismo te preside una comisión de investigación que te impide una investidura o te aprueba unos Presupuestos.

Quevedo Pedro, hombre de izquierdas, es tocayo de Pedro Sánchez, izquierdista en proceso, hizo campaña por él en las elecciones generales de 2015 y 2016 y está decidido a apoyar una moción de censura si se tercia. Pedro for president, viva Pedro. Pero entretanto le firmará a Rajoy este miércoles la renovación del contrato de presidente para los dos próximos años. Él, que dijo en junio que jamás, ni en sueños, se abstendría para hacer presidente a Rajoy porque él no se había presentado a las elecciones para dar oxígeno al gallego, le dará un respirador entero a cambio de meter más dinero en las islas, olvidarse allí del impuesto al sol y subvencionar en tres cuartas partes el billete de avión y barco a la península. “Lo mucho se vuelve poco / con sólo desear un poco más”.

El diputado 176. El que impide que medio Hemiciclo empate con el otro medio y las cuentas de Montoro —que a estas alturas ya son las cuentas de Montoro, y Garicano, y Urkullu y Oramas— naufraguen a mitad de tramitación. Con el 176 se aprobarán el miércoles las cuentas de Montoro —que son más de Urkullu y de Soraya y de Rivera y de los nacionalistas canarios que de Montoro— y Rajoy tendrá camino despejado para gobernar hasta 2019. Los Presupuestos que se han negociado son los de 2017 pero, a la vez, los de 2018, que se aprobarán en otoño, y eso supone que hasta final del año que viene no hay que preparar cuentas nuevas. Y que en caso de que para entonces el bloque del gobierno se haya quebrado, siempre puede Rajoy prorrogar los presupuestos y ganar otro año: se planta a finales de 2019 con la legislatura ya amortizada y a elecciones otra vez, que es cuando tocan.

Puigdemont, en familia.Una semana después de su viaje evangelizador a Madrid, el president vuelve a la carga reuniendo hoy en su palau a todos los profetas del independentismo.

Cubrió la apariencia de tender la mano predicando en la capital la paz y el amor fraterno, le envió una carta a Rajoy para completar la operación coartada y una vez que tuvo por escrito lo que sabía —que un referéndum ilegal no se negocia— ya puede pasar a lo que él mismo llamaría la siguiente pantalla.

De pantalla en pantalla hasta el pantallazo final. Hoy toca nueva puesta en escena. Otra vez Puigdemont encantado de haberse conocido y recibiendo en el Palau a la plana mayor del independentismo. El presidente de carambola lo presenta como una cumbre no de independentistas sino de partidarios del referéndum (juegos de manos, dónde està la bolita) pero se le han rajado los del partido de Ada Colau, que dicen que no van porque tienen cosas mejores que hacer. No se equivoque usted: los Colaus, como los de Pablo Iglesias, suspiran por un referéndum de autodeterminación. Lo que no quieren es que Puigdemont los use como peones que amontonar cuando le viene bien a mayor gloria de sí mismo.

¿Y esto de hoy para qué es? Pues para lo de siempre: analizar entre los independentistas más significados cuándo se realiza el supuesto referéndum. En teoría, parir por fin una fecha y una pregunta. Y retratarse echando una firma al decreto ilegal de convocatoria.

Cataluña en círculos. El calendario incierto con el que juega Puigdemont y las respuestas esquivas de Junqueras. Especulaciones hay para aburrir: que si será el 11 de septiembre, con la Diada, que si el primero de octubre, que si será mucho antes, en verano, para poder lamentarse luego de que no les dejen realizarlo y proceder a declarar la independencia, aunque no sirva para nada, en el mes de agosto. Con elecciones consiguientes —autonómicas tuneadas como constituyentes de la república catalana, o lo que usted quiera— el 11 de septiembre.

En favor de la tesis de que el referéndum va a ser antes de las vacaciones se cita la campaña por el sí que inician el jueves el PdCAT y Esquerra Republicana. ¿Para qué haces una campaña si no es para un referéndum inminente? Pero como aquí todo el mundo juega al despiste y a seguir dando largas, todo esto de la campaña persuasiva con subvenciones a quienes apoyen la consulta y bombardeo en redes sociales podría ser una añagaza.

A las especulaciones diversas y los posibles planes se añade el de la dimisión de Puigdemont en favor de Junqueras. Un runrún que empezó la semana pasada en el Círculo de Economía de Sitges. Al comprobar que Puigdemont hizo un discurso de trámite tras el que nadie tuvo interés en preguntar nada, mientras que Junqueras se extendió sobre la gestión del gobierno pareciéndoles a los presentes más presidencial que el presidente. O en resumen más gráfico de uno de los asistentes, que Puigdemont estaba grogui y Junqueras pidiendo pista de despegue.