Monólogo de Alsina: "Puigdemont se postuló a sí mismo y arruinó los planes de su partido de prescindir de él"
Plegando velas.
Los dos partidos que han gobernado Cataluña estos últimos años le echan agua a su discurso en vista del éxito obtenido.
• Ahora ya dicen los de Esquerra que no se preparó bien la República. Va a ser eso.
• Ahora ya dice Puigdemont que hay otras salidas que no son la independencia. Va a ser eso también.
Recalculando. Como el anuncio aquel del navegador borracho.
Recalculando que llegan elecciones y a ver cómo les prometes electores la tierra prometida que, en teoría, ya habías conquistado. El castillo de naipes, en inglés House of Cards, se ha venido abajo. Aunque a su rostro más famoso no consiguen borrarlo de la siguiente temporada. Puigdemont sigue enredando.
Tres días de vida ociosa en Bruselas le quedan al fantasma de Flandes antes de saber si el juez le considera un perseguido político, criatura, o sólo un investigado por la justicia que intenta esquivarla como puede. El viernes, primera decisión belga y luego, ya se verá.
En el orden de preocupaciones del ex president, ésta es la primera. Su horizonte penal. Incluso la segunda. Y posiblemente, la tercera.
Inquieto por su horizonte penal —le llamaban canguelo— salió por piernas de Girona aprovechando que jugaba el Madrid, inquieto por su horizonte penal se instaló en Bruselas en un lugar no revelado, inquieto por su horizonte penal contrató a un abogado carísimo, e inquieto por su horizonte penal se desdijo de su promesa y anunció que sería candidato: porque sólo consiguiendo el escaño recuperaría el aforamiento perdido. La salvaguarda para no ser investigado, y juzgado, por la Audiencia Nacional.
El prófugo se postuló a sí mismo y arruinó los planes de la cúpula (o lo que queda de la cúpula) de su partido (o lo que queda de su partido). La idea era prescindir de un líder amortizado, desnortado, sin fuste para el cargo, sin coraje y sin aptitud para negociar. Ausencia de cualidades sobradamente acreditada en los días aquellos en que a las diez de la mañana anunciaba una cosa y a las once ya estaba anunciando la contraria. Pero el enreda Puigdemont, probablemente lo peor que le ha pasado a Convergencia desde que el caso Palau hizo emerger el 3 %, se autoimpuso como candidato e intentó imponer también la fórmula electoral a Esquerra, a la CUP y a su propio partido. La lista de Cataluña, el pueblo catalán que él, tan heroico siempre, se encargaría de encarnar.
Sabido es —está contado— que Junqueras pasó olímpicamente de un ciudadano del que no se fía (y con quien no se habla), que la CUP no le ha hecho ni medio cariño desde que abandonó Cataluña (la novelita de trabajarse a la Unión Europea en la CUP no cuela) y que en el PDeCAT han estado yendo y viniendo a Bruselas estos días para abrirle los ojos al Braveheart y que asuma de una vez que no hay más lista que la del PDeCAT. Ni plataforma de electores ni gaitas porque se palma dinero y te quitan minutos de televisión.
Frente al salmo responsorial aquel que repitió Puigdemont una y mil veces —candidato sí, pero no de un partido político solo— la realidad se impone: será candidato de un partido solo. En concreto, el suyo. El mismo al que ha ninguneando los dos años que estuvo presidiendo, torpemente, el gobierno autonómico.
Lo único que ha conseguido Puigdemont —algo había que darle para que dejara de dar la lata— es que su lista PDeCAT se presente a las elecciones camuflada. Con actores invitados, que no pertenecen al partido, para dar la impresión de que es la lista que representa al pueblo catalán. Pero no lo es. Es la lista de Convergencia Democrática. El partido de Pujol y de Artur Mas. El partido de Carles Puigdemont. Cuya cosecha electoral ha caído en picado desde que abrazó el independentismo. Al que las encuestas auguran un escaso 11 % del voto (llegó a tener el 40 %). Y cuya coordinadora general, Marta Pascal, ha visto frustrado su empeño de reorientar el partido, jubilar a quienes lideraron el 3 % y regresar a la senda autonomista. Que se busque otro trabajo Santi Vila.
Al nuevo muñeco electoral lo han bautizado como "Junts per Catalunya". Mucho nombre para tan poca cosa. Junts, ¿quiénes? Pues los del PDeCAT —que muy junts ellos mismos no están— y, si se animan, los Jordis y algún otro recluso preventivo.
El profesor Juan Carlos Monedero, guardián de las esencias de Podemos, pensó que estaba dando clase ayer en la facultad en lugar de respondiendo a las preguntas de una comisión de investigación en el Senado.
Monedero haciendo de Monedero. He aquí un polemista. Con todos los trucos del polemista televisado. Buscando el rifirrafe y haciéndose el ofendido porque los senadores ponen caras, se ríen o cuchichean. Ay, que una senadora le llamó mentiroso por lo bajini. Qué piel tan fina. Para alguien que tiene dichas, y escritas, cosas bastante más insultantes sobre media clase política española.
Monedero fingiéndose afectado por la reacción del público. Pura actuación. Para reventar una comisión de investigación que, como casi todas las comisiones, es verdad que no sirve para nada. Ésta menos, porque la montó el PP para devolverle el golpe a la oposición en el Congreso y buscarle las vueltas a Podemos y a Ciudadanos.
Miren, la prueba de que en estas comisiones no se investiga nada es que los dirigentes políticos lo que alegan para darse la razón a sí mismos son las decisiones judiciales. El mismo Monedero cuando volvía a repetir ayer que los tribunales han rechazado las querellas por la financiación de Podemos. El mismo Monedero cuando repite que el PP está declarado organización criminal (en realidad, por jueces de instrucción, aun no hay sentencia que le condene por serlo).
Una comisión de investigación sirve para que comparezca un inspector de la UDEF, para que Carolina Bescansa le haga una batería de preguntas inteligente y para que el inspector diga de viva voz lo que ya estaba en los informes policiales y en los sumarios: que Rajoy, como la mayoría de los pesos pesados del PP en la época en que Correa se paseaba por Génova como pedro por su casa, recibió sobresueldos indiciariamente, o sea, que indicios hay. Claro que los hay, se llaman los papeles de Bárcenas.
En el Senado ayer también se volvió a escuchar lo que ya sabíamos.
• Que Rioboo, el primer socio de Iglesias para emitir La Tuerka, sostiene que Pablo cobraba y pagaba en B y que Monedero recibía dinero de la Venezuela de Chávez.
• Y que Monedero dice que este Rioboo carece de crédito porque es un tipo va por los medios contando su película. Pues chico, como todos.
La Tuerka la montó para dar información objetiva a los ciudadanos. Va a ser eso. Porque según el especialista Monedero, España tiene la peor prensa del continente. O eso dice una encuesta. El profesor universitario, cuyo prestigio académico no conoce fronteras, nunca llegó a presentar aquello que prometió que entregaría a los medios: los documentos que probaban que el dineral que recibió él solo por un supuesto asesoramiento respondía a unos informes que elaboró él solo para varios gobiernos iberoamericanos. Prometió presentar los papeles pero no lo hizo. Y luego vino con la historia de que sus clientes, estados iberoamericanos, no se lo permitían. Estados iberoamericanos ocultando a sus ciudadanos en qué se gastan el dinero y a qué asesores españoles pagan y en concepto de qué.
Ayer el profesor Monedero se erigió en defensor de la dignidad del senado y en látigo de los senadores que hacen bromas. Porque el Senado se paga, dijo, con los impuestos de los contribuyentes. Pues sí, como tantas cosas. Salarios de profesores universitarios incluidos.