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Monólogo de Alsina: "Rajoy y Soraya han evitado pronunciarse abiertamente sobre la huelga del 8M"

Rajoy no puede hacer huelga porque es hombre y porque es presidente del gobierno. En ese orden.

ondacero.es

Madrid |

No se recuerda el caso de un gobernante que llame a la población a sumarse a una huelga general. Bueno sí, Junqueras, pero él fue un gobernante excepcional. En el sentido de que todo lo que hizo ese gobierno fue bastante anomalo.

Los presidente no alientan huelgas generales. Aunque ésta de mañana en buena medida la calentó Rajoy cuando dijo en este programa aquello de

Un gobierno no llama a la población a la huelga. En eso cabe poca sorpresa.

Sí es menos usual que un gobernante que lleva seis años ya de gestión tenga que agradecerle a una senadora de otro partido que le descubra una realidad que para él era desconocida. Aunque afecte a doscientas mil trabajadoras. Y esto es lo que pasó ayer en el Senado. Que Rajoy descubrió una parte de España.

Gracias a la senadora López Santana, el presidente conoció las condiciones laborales de la "kelly", la que limpia…las habitaciones de los hoteles. Rajoy descubrió a las kellys. Y le impactó.

No se reconoce el presidente en esto de hacer huelga a la japonesa. Y tampoco está claro que se reconozca en el documento aquel que lanzó el PP hace dos semanas declarándole la guerra a la huelga de mañana: aquello de que era elitista, de que pretendía romper el modelo de sociedad occidental, de que era absurda e irrelevante.

Rajoy ha evitado pronunciarse abiertamente sobre la convocatoria de mañana. Como lo ha hecho la mujer con más poder en su gabinete, Soraya Sáenz de Santamaría.

La única de las ministras que no se ha pronunciado. Las otras cuatro, Cospedal, Báñez, Tejerina, Montserrat sí.

De la beligerancia inicial a este mensaje que dice "trabajamos para reducir la desigualdad". Sólo Fátima Báñez persevera en acusar de demagogia a quienes se han ido sumando al llamamiento a la huelga.

Bueno, el serial.

Si antes le reprochamos a los guionistas que tengan la trama empantanada y a los espectadores aburridos, antes escriben una escena que nadie se esperaba.

En el capítulo de ayer recrearon una reunión de ejecutivos de empresas ubicadas en Cataluña pero de raíces alemanas. Muy buen trabajo de ambientación. Es una asociación de directivos de empresas vinculadas con países de habla alemana, muchos de ellos con fuerte acento alemán, que esto al espectador siempre le atrae porque le da un toque cosmopolita a la escena. Se desarrolla en el Circulo Ecuestre, el club privado que es referencia de la burguesía barcelonesa.

Están por tanto los ejecutivos, sentados como si fuera una boda, y está el invitado al que han convocado, Roger Nuevo Tono Torrent, el presidente del Parlamento catalán que es, con diferencia, el actor que más papel está teniendo en esta nueva temporada. También el que más chorreos se lleva, pero eso el espectador ya lo sabe y por eso la escena gana en suspense.

Ha ido Torrent, con su traje oscuro, su corbata y su lazo amarillo —o sea, de uniforme— y abre el acto el presidente del círculo. Aquí el espectador sube el volumen de la tele, porque sabe que estando Torrent algo va a pasar. Empieza la escena de una manera muy convencional para lo que es el mundo de la empresa en Cataluña. Es decir, con el señor Peters, el anfitrión, haciendo el perfecto discurso de la equidistancia: un palito a Rajoy porque es inmovilista, un palito al independentismo por la vía unilateral; un palito a Torrent por darle plantón al rey, un palito al rey por el discurso (muy poco empático) del 3 de octubre. Porque Peters es hombre y tiene acento alemán, si no era como estar escuchando a Ada Colau.

Ni con unos ni con otros pero intentando tener contentos a los unos y a los otros. Salvo… cuando el proceso independentista llega tan lejos que perjudica no los derechos de todos los españoles —que eso a los directivos alemanes nunca pareció preocuparles— sino los intereses de las empresas que dirigen.

Esto sí, si nos tocan las narices nos vamos. ¿A dónde? Pues a otras ciudades de España o de otros países de Europa. Aquí ya el espectador dio un bote en el sofá, eh. Anda, mira lo que le ha dicho. Porque el plano siguiente era el de Torrent, con esa cara reconcentrada de voy a ir abriendo el paraguas.

Y la escena siguió. Ya con tensioncita en la pantalla. Torrent hizo su discurso de siempre —la democracia, los derechos humanos, los clásicos— y como está delante de ejecutivos, les dice algo que a todos los ejecutivos les gusta escuchar: que lo más importante para la empresa es la seguridad jurídica. Ay, en qué hora. Porque entonces una señora coge el micrófono y le toma la palabra.

Y otra señora toma el testigo de ésta —se pasan el micrófono como en una carrera de relevos— y le reprocha a Torrent que vaya a todas partes con el dichoso lazo.

Y aún enfoca la cámara enfoca a un nuevo personaje. Un señor (con más acento que el de antes, esto gusta mucho al público) que agarra el micrófono con ambas manos como si fuera la corbata de Torrent la que estuviera apretando y le dice.

Uff, ésta ya fue el minuto más visto de la comida alemana. Un señor, extranjero, deseándole la cárcel a Roger Torrent en su cara. Y encima los aplausos.

Peters, el de un palito a Rajoy otro a Puigdemont, va poniendo cara de esto se me ha ido de las manos. Torrent no, porque Torrent es un profesional de que no se le note lo que está pensando. Los guasaps empiezan a circular dentro y fuera del Círculo. En twitter empiezan a enterarse algunos tuiteros indepes —de los de cliché y lugares comunes— y van juntando palabras: si son alemanes seguro que son nazis, y en el círculo ecuestre, que seguro que lo montó Franco, malditos fascistas.

Torrent, entonces, toma la palabra y hace lo único inteligente que se puede hacer en estos casos: que gracias por la pregunta, aunque no me haya preguntado nada, y que respeto su opinión pro carcelaria.

Claro que sí. Si estás predicando cada día que la libertad de expresión es sagrada, no se la vas a negar a un señor que exprime micrófonos. Si te has cansado de decir que los raperos tienen todo el derecho a decir burradas, no se la vas a negar a un alemán que desea prisión para los que él considera autores de delitos graves. Si estás harto de decir que catalanes somos todos los que hemos elegido vivir en Cataluña, este alemán también lo es, catalán y a mucha honra.

¿Y entonces lo de Jordi Sánchez cómo queda?

Y qué más da, si lo del Jordi es una trama secundaria que ayer palideció ante la inesperada escena de alemán airado.