Monólogo de Alsina: "Torrent va a Bruselas a urdir la investidura fraudulenta. Esto lo ponen en Borgen y no se lo cree nadie"
En una hora estará aquí el presidente del gobierno para explicarnos cómo ve la situación. De España. Y de Cataluña en España. Y de su partido en Cataluña.
Qué expectación despierta el señor Rajoy cada vez que viene a este programa.
Antes de la entrevista —género radiofónico apreciable—, éste otro género que hemos recuperado entre todos sin darnos cuenta. El serial, la radionovela.
Las idas y venidas, los anhelos, las penurias, los acontecimientos inesperados, de este grupo de personajes que forman la gran familia del independentismo en Cataluña.
Ya quisiéramos que fuera una película. El serial nuestro de cada día.
Tiene razón Pablo Iglesias, mire.
Y cuando Pablo tiene razón, la tiene.
A diferencia de los seriales de verdad, en los que se exige a los guionistas que las tramas sean verosímiles, en el serial puigdemoniaco puede suceder cualquier cosa porque el espectador, a estas alturas, ya sabe que lo más increíble, inaudito, insólito, impensable, es justo lo que acaba pasando.
• Por ejemplo, que un ciudadano español imputado por el Tribunal Supremo pueda estar a su aire en Bélgica, o en Dinamarca, o donde él quiera sin que rechine lo más mínimo la cordial relación entre los países que somos amigos y socios. Ayer se preguntaba Margallo qué pasaría si un político belga, buscado por la justicia allí, se afincase aquí, en Madrid, montara una corte y se pasara el día convocando a la prensa para cubrir de basura a Bélgica.
• O por ejemplo, que el día que el prófugo se pone a tiro de la policía danesa sea la justicia española la que diga que pasapalabra porque detenerle ahora sería poco menos que regalarle la investidura en ausencia.
• O por ejemplo, que el ministro del Interior, en su afán por convencernos a todos de que lo tiene todo controlado, detalles las mil maneras que existen de entrar en España sin que nadie te vea.
¿Puigdemonten un ultraligero, ministro? Le ha puesto usted a las televisiones los dientes largos. Qué espectáculo. El de Flandes con gorro de aviador haciéndose un Matías Rust en la Ciudadela.
El problema no es que se aparezca por sorpresa haciéndole la butifarra al ministro Zoido —si vuelve, acaba ante al Supremo—. El problema es que si entra en el Parlamento catalán antes de que le echen el guante (o sale por sorpresa de una tarta gigante) hay que decidir si se le detiene o mejor de deja para otro momento. Para el momento en que salga de allí ya investido presidente. Que éste es el tema. Estando de cuerpo presente, su investidura es reglamentaria:tendríamos a un Puigdemont otra vez de president hasta que se le juzgue y, en su caso, se le inhabilite. Y se incauten los Mossos del ultraligero.
Pero volvamos al serial.
Porque igual usted pensó que lo más inverosímil del capítulo de ayer es que un señor que está escapado desde hace tres meses pregone a los cuatro vientos que se está esforzando mucho en volver.
En la versión para el público catalán.
Y en la versión para el público europeo.
Tal vez usted pensó que lo menos creíble del episodio de ayer es que aparezca un joven con un móvil (y una bandera de España) en la cafetería donde está este señor y le grabe instándola a besarla.
Bueno, pues no. Lo más inverosímil del episodio no fue todo esto.
Lo verdaderamente sorprendente es esto otro, verán:
• Que un ex consejero que se presentó en la lista del PuigDeCat prometiendo a los electores dejarse la piel para defender la república y todo eso, Joaquim Forn, que tomó posesión de su escaño desde la cárcel de Estremera hace una semana, de pronto ha cambiado de idea y ha renunciado al acta. Se le pasó la vocación parlamentaria de un día para otro y ahora ya no quiere saber nada de la política. Le ha hecho saber al juez que lo deja a ver si así le ablanda y le levanta la prisión preventiva.
• Lo más inverosímil es que el ciudadano que preside el nuevo Parlamento de Cataluña, Nuevo TonoTorrent, anuncie, como si fuera una cosa de trámite, que hoy se sube al avión en Barcelona y se planta en Bruselas para reunirse con el fantasma de Flandes. De presidente de Parlamento a prófugo-imputado, rindiendo pleitesía y a lo que su excelencia mande. El presidente de la Cámara viajando a la guardia del huido para urdir con él cómo consumar la investidura fraudulenta. Esto lo ponen en Borgen, la serie favorita de todos ellos, y no se lo cree nadie.
Luego sale Puigdemont diciendo que el auto del juez Llarena en el que explica por qué no le detiene le parece delirante.
Que no digo yo que no lo parezca. Pero hombre, igual no eres tú el más indicado para criticar los delirios ajenos. Todo lo delirante del serial tiene un mismo origen, un mismo punto de partida. Si Puigdemont tiene a mano un espejo, ahí lo tiene. Si se mira verá lo que le digo.
Qué adictivas son las radionovelas.
Y sí. Cuando Pablo Iglesias tiene razón, la tiene.