VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 06/07/2018
Ganó Santamaría. Pero aún puede perder.
Quedó segundo Casado. Pero aún puede ganar.
Y perdió Cospedal. Perdió. Pero aún puede tener mano.
Esto, por ahora.
• En quince días sabremos si la victoria de hoy es la derrota de mañana.
• Si la satisfacción de la ganadora anoche es la frustración de la perdedora en el Congreso del día 20.
• Si la decepción de la perdedora encuentra consuelo cuando caiga su adversaria hoy vencedora.
Es decir, si prospera el llamamiento a la unificación del antisorayismo que anoche hizo el señor Casado.
La carrera no termina mientras Casado no quiera que termine. Y anoche dejó claro que no se termina hasta el día 20.
Los afiliados del PP se han pronunciado en la primera vuelta.
De los 66.000 que se inscribieron para votar lo hicieron ayer 57.000. El 87 % del censo.
Y de esos 57.000 que votaron, 21.500 quieren de presidenta a Santamaría. 20.000 prefieren a Casado. 15.000 habrían querido aCospedal.
Son los compromisarios que apoyaban a las candidaturas eliminadas quienes tienen en su mano hacer presidente del PP a Casado siempre que éste rechace la oferta de unidad que le hizo ya anoche Santamaría.
Para Sáenz de Santamaría la victoria tiene el sabor agradable de quedar la primera pero, sobre todo, el sabor de haberle doblado la mano a su enemiga de siempre: apear a Cospedal de la carrera ha debido de producirle una satisfacción indescriptible. Pero el sabor amargo de saberse ella misma en riesgo de acabar tumbada.
Aquellos cuya mayor pesadilla es que Soraya llegue a ser coronada reina de Génova han empezado ya a organizarse, y coordinarse, y unirse, para aguarle la fiesta a la ex vicepresidenta.
¿Qué viene ahora?
Pues la decisión de Casado. Competir. Decisión en la que ya están intentando influir algunos dirigentes anti sorayistas de peso. Compite, Pablo, que con nuestros compromisarios ganas.
El miércoles le preguntamos en este programa a Santamaría si, en caso de ganar ella y quedar segundo Casado (lo que ha ocurrido) le ofrecería ser secretario general, el segundo en el organigrama.
Esto podría haber ocurrido de haber quedado Soraya muy por delante de Casado. Pero sólo les separan mil y pico votos. E integrarse en la candidatura de Santamaría no parece que esté en sus planes, visto lo visto anoche.
Esto lo dijo Pablo después de que Soraya hablara con él un momentito y le planteara la integración. O sea, que hasta el día 20 no hay ganador.
Y después, ¿qué le corresponde hacer a un presidente del PP?
Primero, formar equipo. Quién asciende en el partido y quién pasa definitivamente a la historia. Los derrotados, ¿se quedan en la primera línea política dando la batalla o recogen los bártulos y se van, con el marianismo, a su casa?
Segundo, plantear un programa. Cómo quiere que funcione el partido y qué quiere que le ofrezca a la sociedad. Con qué principios, con qué propuestas y con qué caras. Mayo de 2019 es triple cita electoral: municipales, autonómicas, europeas. Hay que hacer candidaturas, hay que renovar los carteles y hay que ejecutar decisiones en las organizaciones regionales. Hasta hoy los aparatos del PP en las autonomías y las provincias o eran de Cospedal o eran de Soraya. Ahora se van haciendo a la idea de que les puede tocar acabar siendo de Casado.
Inés Arrimadas, portavoz del principal grupo de la oposición al independentismo en Cataluña. En duelo parlamentario ayer con Joaquim Torra a cuento de la reunión del próximo lunes en la Moncloa. A cobrar la letra de la hipoteca. No crean que se lo desmintió el señor Torra, encantado de que todo el mundo interprete que tiene a Pedro Sánchez comiendo de su mano.
El aparato de propaganda del independentismo rentabiliza la frase de Meritxell Batet: eso de que el lunes se podrá hablar de todo. Torra lo vende como si acabaran de abrirle la puerta monclovita a negociar un referéndum de autodeterminación, 'pactado' como dicen ahora. Torra lo vende como si fuera un logro que han conseguido arrancarle al gobierno de España.
De tú a tú, de presidente a presidente, como si Cataluña fuera una cosa y España, otra.
Aún no se ha celebrado la reunión y ya está Torra colgándose la medalla. Siempre tuvo claro que la cita la rentabilizaría él en un sentido o en otro: si habla de autodeterminación, porque se sale con la suya; si Sánchez le dice que no habrá referéndum, porque le dan con la puerta en las narices y le niegan el diálogo.
Éste es el resumen de la semana: en puertas de la reunión, el gobierno de Sánchez ha trasladado a Junqueras a Manresa, como quería el gobierno catalán, y ha dicho en público que se puede hablar de todo, como le había exigido Joan Tardá. En el otro lado, Torra ha recibido a los reclusos con honores de mártires de la causa, Marta Pascal, PDeCAT, ha reclamado a Sánchez que boicotee el proceso penal retirando a la abogacía del Estado y el rodillo del Parlamento catalán ha resucitado, contra el criterio de los letrados, la moción secesionista de 2015 que suspendió el Tribunal Constitucional.
El gobierno sostiene que no hay cesiones. Pero la otra parte se esfuerza en que cunda la impresión de que sí las hay, sin que conste que Sánchez haga grandes esfuerzos para desmentir esa impresión. Su forma de hacer olvidar el 155.
Cuántos años escuchando la misma reclamación de los actores, las actrices, los productores al gobierno de Rajoy.
El IVA de las entradas del cine. Montoro, culpable de que la gente en España no fuera al cine. Le costó seis años al ministro más antipático que existió nunca dar su brazo a torcer y bajar el IVA del 21% al 10%. Y justo cuando lo hizo, cayó el gobierno y se quedó sin la oportunidad de congraciarse con el respetable.
La Moncloa de Sánchez se felicitaba ayer en twitter de que ir al cine ya es más barato porque ha entrado en vigor el nuevo IVA de las entradas. Que, en realidad, fue una decisión del gobierno anterior incluida en los Presupuestos del Estado. El ministro Guirao se suma a la celebración y anima a ir más al cine.
Ahora que el IVA de las entradas ya es del 10 %, los exhibidores anuncian la rebaja de entre 80 y 90 céntimos de las entradas. En Madrid y Barcelona, donde están las entradas más caras, se quedan en torno a los nueve euros. Habrá que ver si mantienen esos precios rebajados todo el año o a la vuelta del verano, cuando se nos haya olvidado ya lo del IVA, suben.
Ahora que ya no hay IVA que disuada de ir a ver cine, ¿se producirán avalanchas para inundar las salas, se disparará la taquilla? ¿Se demostrará que era el IVA lo que lastraba la industria del cine? O pasará lo que dijo J.J.Bayona?