Una madrugada del 5 de julio del 2016, Manuela Chavela, una mujer joven, madre de dos hijos, salió de su domicilio de Monesterio, un pequeño pueblo de casas blancas en la provincia de Badajoz. Chavero nunca regresó a su hogar, se tardó cuatro años y dos meses en lograr averiguar cuál era el paradero del cadaver. Los llevo hasta el mismo, Eugenio Delgado, que admite haber enterrado el cuerpo, pero no ser un asesino. Estos días, tras 8 años de espera, se está llevando a cabo el juicio en la Audiencia de Badajoz.