La neutralidad de red es un principio, no una ley, que hasta ahora ha venido funcionando en todo el mundo, por el cual, los proveedores de los servicios de Internet y los gobiernos que lo regulan, deben hacer que todo el tráfico de datos tenga la misma velocidad y el mismo trato. Es decir, da lo mismo que sea un correo suyo, una página web o un vídeo. Todos los usuarios reciben el mismo trato y los mismos servicios. Y es porque los estados han considerado que Internet es un servicio público que se protege y regula.
¿Cuál es el problema ahora? Pues es un debate que prende de nuevo en Estados Unidos y que, si gana Trump, llegará sin duda también a Europa. Las compañías proveedoras del servicio de Internet, las compañías telefónicas, dicen que son las únicas que invierten en red. Y cada vez más. Y se quejan de que el volumen de datos que generan empresas como Netflix, YouTube, Facebook, Google o Twitter es tan alto que acaparan gran parte del ancho de banda. Y no pagan por ello.
Por eso, proponen crear vías rápidas para esos contenidos que necesitan una gran cantidad de datos. Vías de pago que aseguran les permitiría recuperar inversiones. Sin embargo para Netflix, Facebook, YouTube y demás multinacionales, supondría tener que pagar mucho dinero por usar la red para sus servicios. Sus datos irían más rápidos pero ya por autopistas de peaje que tienen que pagar. Y para los usuarios eso puede suponer que si no pagas nuestro tráfico irá en carreteras más lentas. La red ya no sería neutral. Habría una gran discriminación. Mandaría el dinero.
"El dinero hay que compartirlo con justicia. No me quites una parte de mi pastel." Parece que Pink Floyd hablaran de la neutralidad en la red. Por eso, son muchos los que gritan para que el dinero no nos quite una parte de la red.