Me permites desde el cariño hablar de nuestras cosas, de las buenas, las malas y las regulares. De las que nos importan, aunque hoy me tomo la licencia de empezar mirando al Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte por esa coronación real que en horas coleccionará miradas y atenciones.
Millones de libras gastadas o invertidas, millones de reglas, tradiciones y protocolos. Y decenas de años que rebobinamos para hablar de pleitesías, de agasajos y de superioridades de un ser humano hacia otros.
Los british adoraban a su reina, lo comprobamos, a Carlos III no sé si le pillarán el tranquillo. Pero lo que hoy me llama poderosamente la atención es el trasfondo de la admiración/obnubilación del concepto.
Aquí nos parecen más mundanos nuestros royals, aún así son muchos los españoles que asumen que hay una familia elegida con un don especial para llevar una corona. Me cae bien Felipe VI y en mi república ideal, quizá hasta le votara para ejercer un cargo.